Es el mismo Gobierno, el mismo Ministerio y el mismo ministro que creó el divorcio express, por el que 3 meses después de la solemne ceremonia te puedes ir a por tabaco y no volver. De esta forma, la policía se ha encontrado con chicos y chicas matrimoniados con inmigrantes e inmigrantas deseoso de conseguir los papeles de residencia en España, que han convivido bajo el mismo techo un día. La parte española, además, puede practicar el truco pongamos cuatro veces por año, con lo que, contando con un sana economía de mercado, la libre competencia, seguramente se abaratarán las tarifas de matrimonio de conveniencia.
Ya lo advirtió la vicepresidenta primera del Gobierno, la concordia modelo Fernández de la Vogue: no se puede pedir a la gente razones para divorciarse. Lo que ocurre es que, claro, ahora, con la proliferación de matrimonios de conveniencia, no se les pide un porqué para separarse, pero sí para casarse. Pero el principio progresista del matrimonio zapateril, de carácter reversible, queda en pié.
Lo ha explicado con meridiana claridad Pilar Blanco. Si no fuera por miedo, sería la novia en la boda, el niño en el bautismo y el muerto en el entierro, con tal de dejar su sello. Era una canción de Cecilia, pero le viene como anillo al dedo a la directora general de Registros. Uno pensaría que después de la soberana estupidez del divorcio express, y ahora que se comprueba como la banalización socialista del matrimonio ha sido ocupada por los matrimonios de conveniencia -¿podía ser de otra forma?- doña Pilar habría entonado el mea culpa y anunciado que, en el menor plazo de tiempo posible, se modificará la ley para evitar estos abusos, o daños colaterales. Pues no señor, doña Pilar es de las que no se arrepienten de nada, pro lo que aplica el principio de Cara, yo gano; cruz, tu pierdes. No es que los socialistas lo hayan hecho mal con el divorcio express y el gaymonio : lo que ocurre es que hay mucho inmigrante aprovechado y mucho español sin escrúpulos. Y claro, eso es inmoral. La cosa se arregla con unos interrogatorios inteligentes.
Ahora bien, si el matrimonio es una fruslería, ¿por qué preocuparse tanto por los que han decidido convertir el tal matrimonio-nonada en un negocio? Simplemente, se han profesionalizado. Yo no les perseguiría. Yo a quien perseguiría seria a De la Vogue, a Juan Fernando y a la directora general de Registros. Y les sometería a astutos interrogatorios, amén de algún que otro test par medir su coeficiente intelectual. ¡Quién sabe, a lo mejor topamos con algún rasgo genialoide!
Eulogio López