Sin embargo, las ligazones civiles homosexuales son, ante la ley, matrimonios en todo menos en el nombre. Las parejas homosexuales estables, como las demás uniones de hecho, conservan asimilaciones con los matrimonios en lo que se refiere a la convivencia y a sus secuelas. Pero permanece una gran oposición: dos jovencitas o dos varones no pueden engendrar hijos: sólo pueden ser padres legales de un mismo chiquillo mediante la adopción. Quienes desean velar por el estatuto de matrimonio con la alianza de un hombre y una mujer, se oponen a que se monte una vía expedita para entregar un bebé a dos madres o a dos padres, en lugar de gestionarle el padre o la madre de que carecen.
De los 50 estados que forman los EEUU, únicamente toleran el matrimonio entre personas del mismo sexo, cinco: Massachussets, Connecticut, Vermont, Maine. Y en California, que ha sido abolida la ley por referéndum.
El balance actual sigue arrojando una mayoría absoluta de estados que, en sus constituciones, solo aprueban el matrimonio entre hombre y mujer. Dos estados (Nueva York y Rhode Island) no han reglamentado al respecto.
La primicia de los últimos meses es que, por primera vez, la legitimación del matrimonio homosexual no ha sido por fallo judicial sino por decisión del Parlamento. Así ha sucedido, primero en Vermont y luego en Maine; New Hampshire puede ser el tercer caso. Sigue siendo verdad, en cambio, que el matrimonio entre personas del mismo sexo, nunca ha sido sancionado por votación popular: hasta ahora, siempre que se ha sometido a referéndum, ha perdido.
El matrimonio está sufriendo ataques de los que pretenden independizarlo de la ley natural. Ya no se aprueba la protección de la familia y sí normas infames que, al minar las raíces de la sociedad, aceleran su desintegración. La familia es el cimiento de la vida social y civil. El futuro de la humanidad se fragua en la familia.
Clemente Ferrer Roselló
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