Sr. Director:
Las mayores dificultades a superar, en la convivencia ciudadana, siempre surgen de las diferencias de pensamiento, ideología y creencias que se relacionan con lo ético y moral.
Los avances de la ciencia y la técnica pueden plantear nuevos dilemas bioéticos pero no es el caso de las seculares relaciones entre personas del mismo sexo.
La institución del matrimonio, civil o canónico, se ha constituido en la genuina y ordenada relación entre el hombre y la mujer, siendo una constatación de la ley natural y ratificada por la aceptación mayoritaria de esta realidad en cualquier cultura, etnia o religión.
La realidad homosexual no es un asunto nuevo en la historia de la humanidad; lo que sí es una novedad es que se quiera equiparar las relaciones homosexuales a las heterosexuales pretendiendo, por vez primera en la historia, hacerlas objeto de regulación jurídica y, no sólo eso, sino que se les dé el mismo tratamiento conceptual que al matrimonio.
La complementariedad y diferenciaciones tanto físicas como psicológicas, unidas a la capacidad de procreación que se da únicamente en la unión de un hombre y una mujer, son argumentos suficientes para zanjar cualquier debate planteado con rigor sobre analogías y equiparaciones.
Tratar como igual lo que es claramente desigual NO ES JUSTO y traerá consigo, sin duda alguna, la fractura y quiebra social. Las posturas se radicalizarán más todavía y será motivo de división y no de unión entre los ciudadanos españoles.
¡No se engañe, señor Zapatero! No cuenta usted, en esto, ni tan siquiera con los votos de las últimas elecciones. Y de los que no le han votado (¡no sea optimista!), tampoco. Las encuestas se diseñan, se hacen y también se desmontan. Acuérdese de una célebre frase: "España se acuesta monárquica y se levanta republicana".
¿Es la minoría homosexual suficientemente rentable en votos? Valore el desgaste que le producirá y piense en que puede convertirse en su "Waterloo" ¿Cree usted, sinceramente, que en el campo de las ideas y creencias el ser humano ha cambiado tanto en los últimos 25 años?
¿Cree usted que es justo y democrático que se ocupe de las cuestionables demandas de una escasísima minoría (suponiendo que todos los homosexuales estuvieran a favor) e ignore y agravie a esa gran mayoría (más del 95%) de hombres y mujeres que optan y, van a seguir optando, por formalizar su unión mediante el matrimonio civil o canónico?
No subestime la ley natural, inspiradora del ordenamiento jurídico positivo, y no trate de ir en contra. Recuerde, por último, esa máxima de: "Dios perdona siempre, el hombre a veces, la naturaleza nunca".
PROFAM
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