Sólo estas dos palabras de Aznar cambiarían el Congreso de Valencia. Radio macuto dice que el ex presidente las ha pronunciado a sus íntimos.

Pero eso no es suficiente. Debe de hacerlo en público. Con luz, taquígrafos y cámaras de la tele. Él fue el responsable de que su cuaderno azul tomara una decisión que se ha demostrado equivocada. Y él debería reconocer el error como el de meterse en el avispero de Iraq o haber negociado con ETA. Ganaría mucha autoridad moral.

Son sólo dos palabras. Pero sabe que esas dos palabras cambiarían diametralmente la historia del PP. Y está a tiempo. Si las pronunciara, Mariano Rajoy se convertiría en un cadáver político en tiempo real. Su papel en Valencia no sería tratar de ser elegido presidente, sino tutelar un cambio exigido por los barones, Aguirre, Gallardón y el propio Fraga.

Puede que Aznar haya optado por la prudencia. No es el momento, no debo interferir, debo de mantenerme discreto. Una discreción que le honra. Pero la situación del PP es hija de un error del pasado con una autoría transparente: José María Aznar. Y el futuro inmediato del partido no es otro que el de derrotas electorales y tensión interna tras un congreso en el que todo se cierra en falso.

 

Se quiera o no, todos descuentan que Rajoy es un cadáver andante. Sólo se discute el tempus para la puntilla. ¿No será mejor cuanto antes? Los conservadores argumentan que de producirse ahora se precipitaría una guerra civil. ¿No es lo que se está produciendo ya con un Fraga que dice abiertamente que Gallardón sería un buen sustituto de Rajoy? Al fin y al cabo, D. Manuel instó el mismo 10 de marzo al alcalde madrileño a que se presentara compitiendo con Rajoy. Ahora la estrategia es hacerle la cama.

Y lo mismo ocurre con los barones. Hoy le apoyan y mañana -¡ay romanotes, qué juego das!- le esperarán a la vuelta de las europeas. Y con Aguirre, tres cuartos de lo mismo. La presidenta madrileña considera que Rajoy pretende amoldarse al régimen Zapatero sin hacer una verdadera oposición. Muchos la siguen.

Este es el debate. Abierto. Sin tapujos. Rajoy no ha sido capaz de imponer orden. No tiene bigotes. Pero Aznar, sí. Y debería mostrarlos. Por el bien del partido. Tras el desequilibrio llegaría un nuevo equipo que con mayor autoridad (es fácil) impondría orden en la compleja casa genovesa. De no hacerlo, pesará sobre sus espaldas permanentemente la herencia de un PP dividido, desordenado, y en absoluta parálisis peor su omisión. Ud. mismo. Son sólo dos palabras.

Luis Losada Pescador

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