Que las centrales sindicales hagan política en lugar de sindicalismo era algo a lo que desgraciadamente nos habíamos acostumbrado. Que UGT y PSOE mantengan la doble militancia sigue siendo una "anomalía histórica" tan grave como la dictadura castrista en Cuba. Pero que UGT se subordine de forma humillante y zafia a los intereses y discursos de Zapatero, resulta bochornoso.
Méndez repite los eslóganes de Zapatero como los aspirantes del PP al Congreso y Senado repiten los lemas de Rajoy: "Maltrato de las rentas del trabajo en relación a las del capital, fracaso de la política tecnológica, privatizaciones masivas, pobre e ineficaz política de empleo". Pobre Méndez. Y pobres trabajadores que se han quedado sin quien les defienda.