Sr. Director:
Hoy día ya no es un secreto que el despilfarro económico del pasado más próximo y la deriva del gobierno anterior son los dos grandes responsables de la incapacidad de reacción que sufrimos ante una crisis económica que fue más o menos mundial y de la limitación de maniobraje que padecemos.

 

Estas incapacidades que no nos han permitido, como ya han hecho muchos otros, levantar cabeza; nos han obligado encima a tener que asumir unas drásticas reformas y recortes, que aunque eficientes apuestan en contra del crecimiento y el empleo.

Y es ahora cuando me pregunto: ¿Dónde estábamos cuando se producía tal despilfarro? ¿Dónde estaban los sindicalistas mientras callaban? ¿No son acaso corresponsables los que ahora protestan por una situación que no sólo consintieron sino que alimentaron y que ha llevado al país a no tener recursos para alimentar a sus vacas flacas?

Si su oficio es defender al trabajador y el trabajo, ¿no han desempeñado mal su tarea al permitir que el país se expusiera a tal indefensión ante los mercados? ¿Acaso no es conveniente que paguen también los cómplices al igual que han pagado los responsables directos de nuestra particular situación? ¿No sería sembrar un precedente más que positivo para nuestra sociedad el cobro de esta irresponsabilidad ya, antes de que se confundan las causas de su declive?

Negociaciones y acuerdos, pocos o ninguno, pero comidas, cursillos, subvenciones y huelgas al gusto del trabajador. A ver si vamos a estar cometiendo la imprudencia de compensar más a los sindicatos cuando los trabajadores pierden sus empleos en masa.

Javier Blasco