Tras el infame pepinazo teutón y sus míseras consecuencias no hago más que recordar a mi difunta abuela.
Cuando en su casa se ocasionaba algún anónimo desaguisado, nunca faltaba quien raudo señalaba como culpable al infante más pequeño e indefenso. Ante estas inculpaciones mi abuela siempre decía: "es bueno que en la casa siempre haya niños". Durante años no logré entender el enigmático mensaje que quería trasmitir.
Del mismo modo la otrora "fracasada" y ahora todopoderosa Merkel no ha encontrado otro país más dependiente y debilitado que la actual España para endosarle las consecuencias de sus infectas bacterias. ¡Cuánta razón tenía mi abuela!
Manuel Villena Lázaro