Mía Sarah resulta una agradable sorpresa puesto que recuerda, por humor blanquísimo, a las comedias norteamericanas clásicas, nada que ver con las habituales españoladas, pobladas chistes groseros.
Gustavo Ron se estrena como director en esta comedia romántica, con toque fantástico, que narra la historia de dos hermanos marcados por la tragedia de la muerte de sus padres. El pequeño de ellos padece agorafobia desde entonces y su hermana mayor se pasa el tiempo buscando psicólogos que le ayuden a remediar su enfermedad. El chaval utiliza como escapismo (para ahuyentar su pena) la figura de su abuelo, un famoso escritor cuyo fantasma se ha convertido en su mejor compañero. Todo cambia cuando entra en escena Gabriel, un tímido psicólogo que tiene como objetivo hacer felices a los demás.
El argumento de Mía Sarah recuerda a las optimistas comedias de Frank Capra con toques de las screwball comedies (alocadas comedias norteamericanas) de los años 30. Igualmente el personaje del héroe de la historia, Gabriel (Daniel Guzmán), lleno de humanidad y torpeza parece escrito para un actor de la talla de James Steward y desde luego le queda algo grande a Guzmán.
Como es la ópera prima de un director, en su guión (obra del propio Gustavo Ron y de Edmon Roch) hay algunas situaciones algo forzadas pero la calidad de la historia (que hubiese resultado redonda en manos de alguien con más experiencia) se demuestra en el magnífico reparto que ha reunido este director novel: Fernando Fernán Gómez, Philippa Law (madre en la vida real de Enma Thompson), Verónica Sánchez, Manuel Lozano y Diana Palazón (esta actriz está fantástica interpretando a la ex novia del protagonista, una psicóloga de ballenas).
Mía Sarah, a pesar de contener esos mínimos fallos de guión, resulta una comedia simpática y familiar.
Para: Ideal para ver en con toda la familia