La secretaria de Igualdad del PSOE, Micaela Navarro, abogó, en la noche del jueves 25, por una ley de plazos que permita abortar libremente entre las 12 y las 14 semanas para "responder a la realidad social" y sea la propia mujer la que tome una decisión ante un embarazo no deseado. El proyecto de Navarro es que la reforma se haga lo antes posible y con el mayor consenso posible. 

Pero Micaela llega tarde. Porque el aborto es ya perfectamente libre y gratuito en nuestro país. Tan libre como que madres de la liberal Francia acuden a nuestro país a "deshacerse del paquete". Y tan gratuito como que muchos de los abortos que se realizan en nuestro país se realizan en centros privados concertados por las distintas consejerías de Sanidad.

Y es que, en efecto, según señala Eva Rodríguez Armario, gerente de la Clínica El Sur de Sevilla, en la mayoría de los casos, los centros públicos derivan a las madres a clínicas privadas "por medio de cartas de pago o reintegro de gastos a la usuaria". ¿Cuántos? Es difícil de saber porque, según la Junta Directiva de la Asociación de Clínicas Acreditadas para Interrupción Voluntaria del Embarazo, "aproximadamente el 50% en Andalucía y el 35% en la Comunidad Valenciana de los abortos, se realizan a cargo del Servicio de Salud de las CCAA". Además, según la sociedad vasca de fecundación, "sólo una parte de los abortos realizados queda registrada en las estadísticas de los organismos públicos".

Un buen motivo para incoar actuaciones judiciales de oficio ante el incumplimiento grave y público de la ley despenalizadora y del espíritu de la sentencia del Tribunal Constitucional, que, sorprendentemente, la ampara. Pero da igual, porque como asegura el Defensor del Menor, Enrique Múgica, su oficina nunca aceptaría una denuncia por abuso de ley "porque soy de izquierdas". ¡Toma defensa del derecho!

Y no sólo Múgica, sino los mismos diputados del Partido Popular reconocen en privado que la práctica bordea la ley, pero que optaron por hacer la vista gorda para salvaguardar los derechos de las madres. El derecho a elegir entre su calidad de vida legítima y el derecho a la vida inocente. Este es el dilema abiertamente expuesto por la abogada Cristina Almeida cuando en España se debatía sobre el aborto. Y su conclusión era que debía ser la madre, y sólo la madre, quien resolviese esa colisión de derechos. O sea, que ante un conflicto entre dos personas, debe de ser la más fuerte la que ejerza de juez y parte. La ley de la selva, mientras sea león...

Pero, regresemos a la gratuidad. La diputada popular, María Jesús Celinda Sánchez García preguntó en sede parlamentaria, el 7 de noviembre de 1995, cuántos de los abortos practicados fueron subvencionados con fondos públicos. Jamás obtuvo respuesta. Tampoco nosotros que, de forma reiterada, hemos dirigido nuestras preguntas a las diferentes consejerías de Sanidad. ¿Oscurantismo? Comprensible, pero injustificable. Comprensible, porque resulta injustificable que con sus impuestos y con los míos se financie el rentabilísimo negocio de la muerte. Un negocio que hizo multiplicar por 21 los beneficios del abortero Dator. Por eso, un grupo de ciudadanos ha puesto en marcha una iniciativa para practicar la objeción de conciencia fiscal en materia de aborto. Puede encontrar más información en www.impuestoporlavida.com

Y es que el aborto es ya gratuito en España. Y también libre. Basta llamar a cualquier centro abortero para comprobar que les importan bastante poco los tres supuestos despenalizadores de la eufemística "interrupción". ¿Por qué entonces ese empeño en la ley de plazos? Porque el PSOE necesita justificar su "progresismo" con batallas de medallas fáciles, bajo coste y gran rentabilidad. Homosexuales y aborto son puntos de una agenda que les "izquierdiza" sin asumir la verdadera política de izquierdas: la defensa de la justicia social y del más débil, empezando por el no nacido. ¿Por qué no apuestan de forma decidida por apoyar a las madres embarazadas, de la misma forma que se hace a las mujeres maltratadas? No queda "progre". Lástima de puericultora dedicada a la conquista de medallas de dudoso honor.

Pero la ingenuidad de Navarro no acaba aquí. Asegura que trabajará en articular una ley de educación sexual y reproductiva porque, en su opinión, los embarazos no deseados son fruto de una mala y escasa información. ¿No se da cuenta doña Micaela que cuanta más información, más embarazados no deseados y más abortos? ¿No se dará cuenta de que los jóvenes no necesitan instrucción, sino educación sexual?

Los clichés progres perviven y resucitarán el "póntelo, pónselo", que tantos "éxitos" cosechó. Mientras tanto, los españoles serán privados del primer derecho fundamental y las madres seguirán sufriendo las enfermedades derivadas del aborto, además de los síndromes post-aborto. Eso sí, en medio del silencio, porque, a pesar de que, según el CIS, la mitad de la población se muestra contraria al aborto, el debate social ha quedado escondido en la intimidad del dolor. El dolor de miles de mujeres que lloran por el niño a quien privaron de vivir. Y el dolor de una sociedad que acepta, sin anestesia, que los derechos más básicos sean vulnerados bajo la etiqueta de "progresista".

Por eso, para todos aquellos que se sienten víctimas de la barbarie, de ese 11-M diario, se ha creado la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA). Una iniciativa que pretende dar voz a todos los que sufren, directa o indirectamente, por el aborto. A todas las madres que buscan consuelo en una sociedad competitiva, que pasa por encima de los diminutos cadáveres y los utiliza para la investigación científica. Y también a todos aquellos contribuyentes que se sienten víctimas de una barbarie financiada con sus impuestos en contra de su conciencia. Y sobre todo, por esas más de 200 víctimas inocentes diarias que encuentran la muerte antes de encontrar la luz. Por ellos, a los que el fabricante del muñeco Nenuco rinde un sentido homenaje en su último spot publicitario (Departamento de Atención al Consumidor. Mataró, 28. 08400 Granollers. Barcelona. Tel: 900 30 00 26), en su memoria, enciendo mi vela.  

                                                        Luis Losada Pescador