Varían según los créditos de cada curso y de cada carrera, así como de los graciosos extras, pero contando con mensualidades que ya alcanzan los 850 euros, podemos concluir que el coste medio para un joven que cursa una carrera en un centro universitario privado español sale les sale a sus padres- por 1.000 euros mensuales. Dejamos a un lado los erasmus, postgrado, cursillos y seminarios, viajes, etc., para no atosigar más a los aspirantes.
Recordemos ahora que el salario mínimo español está en los 512 euros brutos mensuales, es decir que el neto se queda en menos de la mitad.
Naturalmente, dejamos a un lado los gastos de hospedaje, en el supuesto de que el alumno no disponga de la carrera que quiera cursar en su ciudad. Y también prescindimos de que si a media carrera ocurriera algo, las universidades públicas pondrán todas las pegas para que el alumno pueda trasladar el expediente. En otras palabras, si entras en una universidad privada estás condenado a terminar la carrera en ella.
En España aún no existe la costumbre estadounidense, y cada vez más europea, de que el universitario estudie y trabaje al mismo tiempo, para ayudar a sus padres en la financiación de su título. Y tampoco existe la costumbre de solicitar un crédito para costearse sus estudios. Este segundo apartado es lógico : en Estados Unidos, un título universitario casi asegura la entrada en el mundo laboral. En Europa en general no, en España, de ningún modo. Es más, una licenciatura es algo que todo el mundo posee, y que por sí sola difícilmente facilita un puesto de trabajo. Hay que hacer muchas más cosas, tan caras como la carrera.
En el entretanto, el Estado cierra las vías a las enseñanzas públicas alegando que no tiene plazas suficientes en la mayoría de las disciplinas y, sobre todo, elevando continuamente las calificación necesaria para cursar una licenciatura reclamada.
Todo sea en beneficio de la igualdad de oportunidades.