Tras haber contemplado las tres películas al espectador -lector- no forofo de Larsson le queda claro que sólo en la primera parte (Millenium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres) el escritor sueco fue capaz de armar una historia de suspense que gozará de cierto interés (a pesar de la sordidez presente en su desarrollo). De tal forma que Millenium 3 se limita a cerrar los posibles cabos sueltos que quedaban en las dos entregas anteriores: esto es, a contarnos el terrible pasado de la indiscutible protagonista de la saga: la gótica hacker Lisbeth Salander.
En esta entrega Lisbeth (más hermética que nunca) se recupera de sus heridas en un hospital mientras pende sobre ella la condena por un triple asesinato no esclarecido. Pero, para cerrar ese oscuro caso, individuos poderosos del Servicio Secreto parecen empeñados en que vuelva al psiquiátrico donde estuvo recluida en su infancia. Por su parte, su amigo y amante ocasional, el periodista Mikael Blomqvist se encarga de escarbar en su pasado para encontrar atenuantes a las cargas que penden sobre ella
Al igual que sucede en el libro, sobra metraje en este Millenium 3, que se recrea excesivamente en datos del pasado que, presumiblemente, ya conocemos los que hemos leído o visto las películas anteriores (si no se encuentran en este grupo, absténganse de ver esta película en solitario porque no entenderán nada).
Millenium 3 no está tan mal resuelta en imágenes y en guión como en la anterior entrega (a pesar de contar con el mismo director, Daniel Alfredson) pero incurre en determinados detalles que caen casi en el cómic, como las absurdas apariciones del gigante rubio hermanastro de Lisbeth (incapaz de sentir dolor físico) o la aparente admiración no correspondida del joven médico que atiende a la estrambótica heroína.
Para: Los que hayan visto las dos entregas anteriores o hayan leído la trilogía y no se hayan rayado demasiado