La cualidad más destacable del trabajo del director británico Danny Boyle es su originalidad. En cada una de las películas que ha dirigido hasta el momento (Trainspotting, 28 días etc.) ha optado por historias totalmente diferentes. Ahora, en Millones, aborda una comedia dramática.
Damian es un niño de siete años que no acaba a acostumbrarse a la idea de que su madre ha fallecido. Utiliza su imaginación, su fantasía e, incluso, su fe para dar sentido a un mundo que no entiende. Cuando una maleta llena de dinero cae al lado de su refugio secreto, Damian lo interpreta como una señal del cielo, a la que él debe dar el uso adecuado. Pero su hermano mayor, Anthony, tiene planes muy diferentes.
Boyle, tan crudo en películas anteriores, es capaz de conmover con Millones. Resulta encantadora toda la peripecia en la que se ven inmersos esos dos hermanos tan diferentes para emplear bien el dinero caído del cielo. Eso sí, al final de la aventura ambos descubrirán algo evidente: que la verdadera riqueza no tiene nada que ver con el vil metal.
Muy aconsejable para todos aquellos que quieran ver películas diferentes.