Festividad de todos los santos en una Iglesia del barrio madrileño donde vivo. El sacerdote nos anima a rezar el padrenuestro con "todos los santos y santas". Eso está muy bien. No se deben dejar de lado a las santas en el día de todos los santos. Aunque el refranero exija "pared de cal y canto entre santa y santo".

Una modernería clerical al uso, si ustedes me entienden. Pero ya venía un pelín quemado porque apenas unas horas antes había entrado en una de las librerías San Pablo, ya saben, una de las obras de los paulinos, y solicitado una guía para enseñar a rezar el rosario a un familiar. Compro unas cuantas chuletas y naturalmente, no me preocupo de leer el contenido, en la seguridad de que una librería regida por los paulinos no me dará gato por liebre.

Y así caí en otro refrán, esta vez italiano: "está bien fiarse pero es mejor no fiarse". Mi familiar le echa un repaso a las letanías y me confiesa que no sabía tan feminista a la Iglesia Católica. Aturdido, le echo un vistazo y me encuentro con que las letanías del Santo Rosario, que han soportado el paso de los siglos, obra de la tradición, que ha sabido traducir en alabanzas inteligibles por cualquiera los cuatro dogmas marianos y la historia de veinte siglos, han sido trocados por alguna -o alguna- tuercebotas en piropos propios del "pichi" de Madrid.

De hecho, de estas novedosísimas letanías casi han desaparecido las dos condiciones básicas de Santa María: Virgen y Madre. Con decirles que la cumbre de este piropeo hortera es "Mujer Nueva", aportación, seguramente, de la ex ministra Bibiana Aído.

Miren ustedes, señores paulinos: acuérdense -tercer adagio- del axioma norteamericano: "si funciona, no lo cambies". Y de paso, recuerden, también, que el amor de María es para hombres y mujeres recios, poco amigos de horteradas.

Eulogio López

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