El pasado viernes informamos que la vicepresidenta se comprometió a que el encuentro con el presidente Zapatero tendría lugar en la primera quincena de septiembre. La vice no quiso matizar más porque el protocolo exigía al parecer que fuera la diplomacia marroquí quien hiciera pública la fecha, aunque fuentes de Moncloa señalaron a Hispanidad que la reunión tendría lugar el 14 de septiembre. No parecía que estuvieran muy contentos con los teje-manejes del encuentro.
Hay quien piensa que Mohamed VI le ha hecho un feo a Zapatero. Aunque también hay quien considera que la cosa va al revés y que ha sido el propio Zapatero quien suspendió la reunión para no hacerse la foto en plena crisis de inmigración y antes de la cumbre sobre inmigración. Pues bien, si se pretendía llegar limpio a la cumbre, lo mejor es volver a posponer el encuentro. Y eso es lo que ha ocurrido.
Y la verdad, no es lo mejor para la imagen de España. Que Marruecos suspenda por segunda vez el encuentro con Zapatero es una buena muestra de que en la relación hay claras tiranteces. Y para la opinión pública resulta humillante que sea Mohamed VI quien interrumpa estas relaciones. Estos son los frutos del trabajo por mejorar las relaciones de vecindad y de promover la amistad hispano-marroquí. Mucho.