ZP quiere toda la Inteligencia civil y militar en Moncloa. Tras la unificación de la Policía Nacional y la Guardia Civil, todos los servicios de Inteligencia se centralizan y politizan en Moncloa. La creación de la Unidad Militar de Emergencias y la absorción de los miembros del CNI dedicados a la lucha antiterrorista revelan la desconfianza presidencial en las instituciones del Estado. ZP ya tiene su propio ejército, su mando único de policía y sus propios espías anti-ETA.

El PSOE tenía infiltrados en el CNI. Buena muestra de ello, fue la información que la Cadena Ser distribuyó entre el 11 y el 14 de marzo. Pero ya no le vale con infiltrados. Así que Moncloa ha hecho una opa en toda regla a los espías que en el CNI trabajan en la lucha antiterrorista. De esta forma el proceso queda controlado perfectamente bajo la órbita presidencial.

Esta es la razón por la que cuando se le pregunta al ministro de Defensa, José Antonio Alonso, sobre el affaire en su calidad de responsable último del servicio de Inteligencia te remite a la vice. Ella es la que controla a este cuerpo. O al menos la que lo controlaba hasta los atentados de Barajas. Zapatero aprende así en cabeza ajena, porque Aznar va contando a quien le quiere escuchar que uno de sus grandes errores fue mantener a Dezcallar como responsable del espionaje español, un hombre que finalmente le acabó traicionando.

A esto hay que sumar el mando único de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Ambos cuerpos siguen manteniendo su operativo tradicional, pero el gobierno ha unificado la cúpula, es decir, la información. O sea, el poder. En resumen: ZP quiere toda la inteligencia civil y militar en Moncloa, controlada, supervisada. Porque mejor que tener infiltrados es tener a los propios. Aún así, los sindicaros policiales se permiten discutir a su ministro y afirman que sí que existía información sobre posibles atentados por parte de ETA y que desconocen por qué el gobierno no utilizó esa información y por qué el ministro niega que tuviera el menor indicio de que ETA pretendía atentar. Y más: Interior había redoblado la seguridad de las personas objetivo de ETA. ¿No disponía de sospechas de posibles atentados incluso mortales?

En todo caso, la absorción de los espías antiterroristas por parte de Moncloa y por debajo de la mesa revela una profunda desconfianza presidencial en las instituciones del Estado. Zapatero no se fía ni de su sombra se cree el ladrón que todos son de su condición- y por eso necesita controlar desde Moncloa los resortes del poder del Estado. Para que no le ocurra lo que le ocurrió a Aznar, que según el testimonio de Zaplana sentía que le movían el suelo debajo de sus pies.

Por eso ha creado la Unidad Militar de Emergencias (UME) para mayor humillación de su amigo, el ministro Alonso, desposeído de competencias relevantes. Una unidad que cuya creación el mismo Bono reconocía desconocer sus motivos. Nosotros se lo explicamos: se trata de una guardia pretoriana del presidente, formada por lo más granado de cada cuartel y dotada de medios como si la limitación presupuestaria no existiera. Una especie de ejército dentro del ejército por si a algún general le da por ponerse gallito como el general Mena en la pasada Pascua Militar. El mejor instrumento para prevenir eventuales aunque remotos- ruidos de sables.

Así que primero se hace con militares adeptos y ahora se hace con los espías. El poder centralizado y controlado desde Moncloa. Una fagocitación del sistema totalitaria.