Continúa el pitorreo. Durante la mañana del miércoles, el conseller de Obras pública del Tripartito catalán, Joaquim Nadal, corrige el entusiasmo inicial de los nacionalistas: La Generalitat de José Montilla invertirá en Spanair de forma indirecta, es decir, avalará a empresarios privados para que se hagan con la filial de SAS y la conviertan en la aerolínea catalana de bandera, una especie de anti-Iberia. De esa forma, se encarece el coste real de la operación, además de intensificar la teoría -y práctica- de hacer negocios privados con dinero público.
En cualquier caso, la puesta en marcha de la nueva Terminal Sur del aeropuerto de El Prat. Será otro apoyo importante para los compradores. Otra cosa es quién pagará el aumento de la flota que Spanair precisará para llenar la TS.
Y habrá que cambiarle el nombre. ¿O es que el entusiasmo nacionalista por contar con una aerolínea propia, más catalana que butifarra, se va a concretar en una marca llamada Aire de España? No es esto, no es esto.