"La Generalitat es Estado", dijo Pascual Maragall en Moncloa con la cuatribarrada ondeando al viento en contra de lo previsto en la Constitución. La frase ha hecho fortuna y también el "conseller en cap", Josep Bargalló, se suma a la tesis. Eso sí, Bargalló explica que como la Generalitat es Estado no debe de haber más presencia estatal en Cataluña que la Generalitat. Ya nos vamos entendiendo.

 

La segunda parte del axioma es que como Cataluña es Estado debe de participar junto al Gobierno en las grandes decisiones estatales: política exterior y presupuestos. De esta manera, sin haber sido elegidos por los españoles pueden participar en el Gobierno de Madrid, que es lo que en el fondo siempre han buscado los catalanistas de todas las formaciones.

 

Pues bien, el ministro de Industria y primer secretario del PSC, José Montilla, ha manifestado su voluntad de estar presente en las negociaciones presupuestarias con otras fuerzas políticas. El portavoz parlamentario López Garrido le recuerda que el PSC es un partido federado y que tomarán en cuenta sus propuestas, pero que no estarán presentes en las negociaciones.

 

Vuelve la tensión de un partido que está federado, pero no fusionado y que amenaza permanentemente con crear grupo parlamentario propio. El PSC necesita regresar a Cataluña con un éxito y quiere convertirse en mediador con ERC, que ha mostrado su voluntad de pactar anualmente, aunque el PSOE ya ha adelantado que espera alcanzar acuerdos para toda la legislatura.

 

El rifirrafe PSOE-PSC confirma que Solbes deberá superar varias pruebas para conseguir aprobar sus presupuestos. El primer escollo será el interno, en el seno del Gabinete. Los ministerios de gasto tienen prisa y las relaciones no son especialmente pacíficas. El segundo paso será consensuarlo con el partido, especialmente con la delegación catalana. Por último, deberá buscar apoyos parlamentarios que refrenden sus cifras. La cuesta de septiembre va a ser más que empinada.