No acepta elecciones anticipadas en Cataluña, ni mucho menos un pacto entre el PSOE y CIU. Ni en Madrid ni en Barcelona. El ministro de Industria advierte a Zapatero que el PSC no es una delegación regional el PSOE sino un partido independiente. Al tiempo Zapatero intenta provocar una crisis de Gobierno que facilitara la entrada de CiU en el Gobierno de España: Moratinos, López Aguilar, Trujilllo y Sansegundo son candidatos al cese
La gota que colmó el vaso de la paciencia del titular de Industria, José Montilla, fue la entrevista de Artur Mas en La Razón (lunes 20): Zapatero y yo ya hemos hablado de la entrada de CiU en el Gobierno de España.
Por supuesto que han hablado, y Montilla lo sabe, pero hasta ahora ambos mandatarios habían tenido el pudor de mantenerlo en silencio, para no irritar a los socios republicanos de Maragall, los chicos de Carod, así como al propio Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC). Zapatero y Mas no sólo han acordado un Estatuto que ERC se niega a firmar, lo que podría provocar una ruptura del Gobierno catalán -algo deseado por Zapatero y con mayor ahínco por el líder de CiU- sino un alianza para el Gobierno de España, una operación de mucho más calado.
De hecho, toda la política nacional pivota sobre este punto. Veamos: para Zapatero es básico el pacto con CiU, no en Cataluña, sino en el resto de España, porque CiU es su seguro de vida para continuar en Moncloa en 2008, incluso antes. El empate técnico con el PP, o ligera ventaja del PSOE, que revelan la mayoría de las encuestas mantendría al partido de Mariano Rajoy en la oposición por ocho años si se cuenta con el apoyo del nacionalismo moderado catalán. Además, el Estatut, el enésimo reto al sentido común de muchos votantes, ha demostrado a Zapatero que hasta un pueblo tan aborregado como el español reacciona cuando se le pisan demasiados callos. Dicho de otra forma. Carod quita votos. Es el personaje más odiado en el resto del país, su mera contemplación produce reconcomios de difícil contención en muchos votantes, también en votantes socialistas. Mas es otra cosa. Puede no gustar a muchos españoles, pero tiene una apariencia limpia y aseada.
En consecuencia, todo el empeño de Zapatero es cambiar a ERC por CiU. Lo dijimos hace mucho tiempo, pero ahora ya lo sabe todo el mundo. Ahora bien, el asunto no es tan sencillo. Para atar a CiU, Zapatero quiere contar con ministros catalanes en el Gobierno, y Duran Lleida quiere ser ministro de Asuntos Exteriores, justo en el momento en que Moratinos quiere marcharse y en Ferraz suspiran porque sea cuanto antes.
Ahora bien, Mas exige a cambio la Generalitat, ni más ni menos. Quiere una coalición de Gobierno PSOE-CiU que, sin duda, mejor o peor, sería mayoría absoluta y quiere ser presidente de Cataluña. O eso, o no hay trato.
Y es aquí donde intervienen Montilla y Maragall, los dos líderes del PSC, ambos enfrentados a muerte, pero ahora unidos por el destino. Mejor dicho, el líder del PSC es Montilla y nadie más que Montilla. Recuerden cuando Maragall quiso hacer una crisis de Gobierno : en la Ejecutiva del PSC todos votaron con un Montilla opositor, Maragall se quedó con un solo voto : el de su hermano. Pero es Maragall el único que podría satisfacer a Artur Mas, convocando elecciones anticipadas. Naturalmente no piensa hacerlo, porque sabe que no sería ni candidato de su propio partido.
Ahora bien, Montilla tampoco quiere elecciones anticipadas. En primer lugar, acaba de recordar a Zapatero, por el conducto correspondiente, una frase que no deja de repetirse en los círculos socialistas catalanes: El PSC no es una delegación del PSOE en Cataluña (como ocurre en otras comunidades autónomas), sino un partido independiente. Es decir, un pulso en toda regla
Montilla fue el muñidor del pacto de Gobierno PSC-ERC que, contra todo pronóstico, expulsó a CiU de la Generalitat tras un cuarto de siglo de Gobierno.
Zapatero no quiere hacer cambios, pero Moratinos, Trujillo o Sansegundo no dan para más. De buena gana Zapatero se liberaría de la titular de Fomento, Magdalena Álvarez, pero Chaves no la quiere de vuelta en Andalucía ni de broma. Además, hay que mantener la cuota femenina. Al que Zapatero quisiera cesar es a José Bono, pero eso significaría una crisis abierta en el partido. El PSOE está lleno de crisis, pero ninguna de ellas ha eclosionado. Las navajas cruzan el aire en silencio.
Pero la crisis más fuerte podría venir del propio Montilla y del PSC. Si Zapatero cede demasiado ante Artur Mas y Durán i Lleida, el titular de Industria pediría echarse al monte. Desde luego, no aceptará elecciones anticipadas en Cataluña. Y sin elecciones, Mas jamás volvería al Palacio de Sant Jordi.
Eso sí, Zapatero se defiende en el propio Ferraz asegurando que su pacto con Artur Mas no le cede en bandeja la Generalitat a CiU. Así, recuerda que lo acordado es un gobierno de coalición entre nacionalistas y socialistas catalanes, pero, ojo, presidido por la formación que haya obtenido más escaños. Recordemos que en las últimas elecciones, y no es la primera vez, CiU ganó al PSC en escaños, pero el PSC le derrotó en número de votos.