El gran beneficiario, como es lógico, es Gas Natural, el operador incipiente en el mercado eléctrico, participado por La Caixa, protegido del gobierno tripartito catalán. Aunque hay quien incluso llega a apuntar la posibilidad de que Maragall promocione una empresa pública catalana de electricidad. La construcción nacional tiene esos costes. Para ser un país en serio hacen falta servicios públicos: electricidad y telecomunicaciones. De eso saben mucho en el País Vasco. Un periodista fue amenazado cuando escribió que el País Vasco era dependiente energéticamente del resto de España.
Pues bien, dicho y hecho. El ministro de Industria, Josep Montilla, se dispone a concretar las recomendaciones e informa de que la subida de tarifas será "progresiva", es decir, que se penalizará a quien más consuma y que habrá "cierta protección" a los clientes de consumo bajo. O dicho de otra forma: palo al del aire acondicionado. Porque ya saben, aunque usted pueda, España no puede.
Montilla establece el paralelismo con el agua, donde la tarifa progresiva penaliza en precio a quien más gasta. En el agua se estableció una corrección para las familias numerosas que necesariamente gastan más agua al contar con más miembros en el hogar. Es de esperar que las tarifas eléctricas incluyan también un factor corrector para las familias numerosas.
Por último, Montilla insiste en la necesidad de fomentar la interconexión eléctrica para evitar la situación de "insularidad" eléctrica de nuestro país.