La verdad es que el drama del relativismo sólo les interesa a los filósofos. A Juan Español, lo que le ocupa es la moral relativista. No se dejen engañar por los lugares comunes: el pensamiento es áspero, lleno de aristas, seco, estriado, y, al final, lo único que le interesa al hombre es el juicio moral. La filosofía es abstrusa, la teología es mucho más divertida. Y es que malos y buenos son muy distintos, pero ambos coinciden en algo: ninguno quiere parecer malo. En este punto, la única diferencia consiste en que el bueno adapta sus actos a la doctrina mientras el malo prefiere adoptar la doctrina a sus actos. Prácticamente lo mismo.

Que sí, que la moral es lo que más interesa a la gente, especialmente a los inmorales... que somos todos. Por eso, los progres intentan negar la moral cristiana, la moral natural, y convertir sus tontunas en los nuevos mandamientos. Porque sin moral, no nos engañemos, nadie puede vivir.

Catecismo progre: está en los periódicos, y su doctrina se imparte cada día en los medios y no deja de resultar muy divertida. Últimos retazos:

Un concejal de Mallorca se gasta 45.000 euros de su Visa municipal en burdeles. A la prensa progre se le pusieron los dientes largos, en un primer momento pero resultó -¡Ay dolor!- que se lo había gastado en burdeles homosexuales, porque el chico, a fuer de pepero, aún tenía más talante por detrás que por delante. O sea, que era pepero y chapero, algo no resueltamente incompatible. Su gozo en un pozo: si al menos se hubiera ido de picos largos, pero con lo políticamente correcto hay que andarse con cuidado: si era gay, sus poderosas razones tendría para ello. Uno de los más destacados predicadores de la moral progre, encontró, en Radio Nacional de España, la solución: la culpa era... de la alcaldesa heterosexual, de su jefa, un personaje tan anticuado y hediondo que sólo coincidía con el susodicho en que ambos les gustaban los hombres. La alcaldesa, no sin buen sentido, explicó que no era su madre y apenas pudo reprimir el pensamiento interno: "afortunadamente".

Y es que los dogmas progres son más rígidos que el Komintern: los gays son buenos, y si dedican dinero público a la penetración anal es porque los heteros, es decir, la señora alcaldesa, no se lo impidió en tiempo y forma.

Sigamos. Otra de las normas del catecismo progre es que las putas son buenas. Buena es, por ejemplo, la prostituta de 22 años de nombre Ashley Dupré -no lo omito porque ella está deseando darse a conocer-, que ha logrado la dimisión del gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer. Aquí, el catecismo progre ordena que el malo sea el cliente, mientras que Ashley es una pobre víctima del sistema que se vio obligado a ejercer de coima. Manifiesta, pobriña, que este escándalo puede terminar con su carrera. Es una chica creativa, que compone música, y que si figuraba en la agenda de una red de prostitutas de lujo era porque su novio le había abandonado -qué malos son los hombres, rediez!- que no tenía para pagarse el alquiler del apartamento. A partir de ahora, es muy posible que tenga para comprarse dicho apartamento y otros muchos.  

Es más: en cuanto los periodistas terminaron su cometido en la casa de Eliot se fueron corriendo al apartamento de Ashley que, como chica creativa (creadora e investigadora, diría nuestro ZP) ya tenía preparado para los chicos de la prensa una colección de fotos de lo más insinuantes, quizás porque, además de compositora y cantante, y bueno, y eso otro, la muchacha quiere ser modelo, que es también oficio de lo más creativo... e investigador.

Algún talibán podría encontrar una contradicción en el hecho de que el catecismo progre sentencie a Eliot a la dimisión y a Ashley a la fama, o que se diga que la prostitución es el libre ejercicio de la propia sexualidad pero que un gobernador tiene que dimitir si utiliza el servicio. Pero no es una contradicción de la moral progre, sino una critica fundamentalista, ergo despreciable.

Otrosí. El Tribunal Constitucional, es decir, el PSOE que lo controla, ha recusado a dos magistrados que, por pura casualidad habían sido nombrados a propuesta del PP. Se trataba de dar vía libre al Estatuto catalán, texto en el que ZP ha puesto tantas esperanzas. Pero lo más importante, lo más progre, es que el alto tribunal, esto es, los socialistas de la institución, justifican la recusación de sus dos compañeros en la "radicalidad" de los dos jueces recusados. ¿Quién decide cuándo una opinión es radical y, por tanto, inadmisible? El progre, naturalmente, que de esta forma hace valer su dogma. Justamente él, quien con tanto furor aborrece de los dogmas.

A la postre, toda la moral progre se resume en los orgasmos democráticos de Pedro Zerolo, el hombre de ZP para las cuestiones sociales, que, como es sabido, son todas aquellas cuestiones que se desarrollan entre el estómago y las ingles, más o menos coincidentes con el aparato excretor -por eso se les llama sociales, porque son un poco sucias-. Bueno, Zerolo es el de los orgasmos democráticos y el de los no democráticos, porque hablamos de un tipo pluralista que no hace acepción de personas.

De ahí que, al igual que el Tribunal Constitucional, Zerolo considere que el primer mandamiento progre fue perfectamente resumido por don Enrique Barón: "Se puede decir todo, pero hay cosas que no se pueden decir". Por ejemplo, se puede decir todo siempre que el "decidor" no sea un cristiano, porque los cristianos no hacen más que decir cosas que ni se deben ni se pueden decir. Es una vulgar calumnia que el progresismo odie los dogmas. Lo único que odia son los dogmas cristianos, porque contradicen los suyos propios.

¿A que se no entiende nada? ¿A que se entiende demasiado?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com