Con la desfachatez que le caracteriza, la secretaria de Estado de Inmigración compara los movimientos migratorios con las urgencias de un hospital.
Estupor ha causado la secretaria de Estado de Inmigraron, Consuelo Rumí, durante el desayuno celebrado durante la mañana del martes en un céntrico hotel madrileño.
Presentada por José Antonio Alonso -que se deshizo en halagos -casi histriónicos- hacia su compañera de filas- Rumí se negó a hablar del Alakrana (sin conocerse aún que los piratas habían abandonado el barco) y de las leyes que afectan a su actividad como las que regulan la posible deportación de los piratas somalíes. No sólo eso, con la desfachatez que caracteriza a esta política socialista, Rumí comparó los movimientos migratorios con las urgencias de un hospital, un parangón de lo más literario. También en este caso contestó lo que le dio la gana y, con un cinismo inigualable, defendió la política de deportaciones. Es sabido que cuando se consigue deportar al inmigrante ilegal la salida resulta carísima y el fenómeno recurrente. Y cuando no se consigue saber dónde hay que deportarlos, el propio Gobierno suelta a estos infelices por las calles de Madrid, Barcelona o Valencia.
Rumí insistió en que la reforma de la nueva Ley de Extranjería cumple el Pacto Europeo y legitima las líneas a seguir en el proceso de regularización que sólo ha hecho Zapatero puesto que el Partido Popular las discriminó. Naturalmente, se ha regodeado al afirmar que se han producido detenciones fulminantes y muchas repatriaciones gracias a amplios acuerdos.
¿Nos podría informar acerca de los presupuestos que se manejan en los centros de internamiento, las manutenciones, subcontratas? No estoy preparada para contestar a esa pregunta, a estas personas se las retiene por medidas cautelares, pero en todo caso este asunto depende del Ministerio del Interior. Patata caliente para Rubalcaba.
Por lo demás, la comparecencia de Rumí rozó el ridículo con los tópicos más políticamente correctos: Amigos y amigas, como buena progresista que soy. Sin desperdicio.