Se ha importado Jersey Shore, el programa de la MTV donde una pandilla de jóvenes cacarea sus problemas cognitivos mientras presumen de sus morfologías. Al poner la atención en alguno de sus protagonistas, se comprueba que sufre serios aprietos para llevar a cabo procesos mentales sencillos. Ahora, para el regocijo de quienes disfrutan, como puercos, de la vulgaridad de la telebasura, se rueda «Gandía Shore».
Tan regocijados como violentos, estos gamberros son una bomba que explota con la primera copa. Viven para regodearse. Su mayor compromiso es mantenerse como seductores. Su único afán es planear una noche de fiesta enlazada con la siguiente. No tienen ningún escrúpulo a la hora de expresar su sexualidad y sus sentimientos. Ellos son los bufones de Jersey Shore, herederos de la cultura «reality» y máximos exponentes de la voluptuosidad.
El medio televisivo camina hacia el mal gusto, la vulgaridad, la ordinariez y la mediocridad. La violencia, el sexo, el morbo por la vida privada, la falta de los más elementales valores morales, éticos o sociales. Todo ello fundamentado con un objetivo; la búsqueda cada vez más radicalizada de la rentabilidad. A la cadena sólo le importa la audiencia. Y no tiene en cuenta que el fin nunca justifica los medios.
Todos reconocemos que los anhelos primarios de la televisión deben ser; informar, enseñar y recrear. La telerrealidad, promovida en Norteamérica con el Real World de la cadena MTV, zanjó el menú de diversión. La desfachatez, la intromisión en la subsistencia privada y la ironía déspota y patética son frecuentes.
Por otra parte, en el reality italiano, Uman Take Control, los concursantes estarán recluidos en pequeñas habitaciones y tendrán que cumplir, con precisión, lo que les ordene el público a través de Internet o del envío de un SMS, a través del teléfono móvil. Se trata de que la audiencia se apoltrone delante del televisor como ante una especie de PlayStation. Este formato ya fue probado con enorme éxito en Israel. Esto es telebasura obscena, aburrida, insolente, mordaz e inhumana.
No olvidemos que la telebasura es más dañina que el terrorismo o la droga ya que destruye lo más grande que tiene el ser humano; su valor trascendental.
No podemos consentir que se produzca la aseveración de Lope de Vega; "Si el vulgo es necio, es justo hablarle en necio, para darle gusto".
Clemente Ferrer