Sr. Director:
No parecen entenderlo así las clínicas de reproducción asistida que ofrecen hijos a la carta, ni los matrimonios que hacen uso de ellas. Tampoco las madres que, independientemente de su estado de gestación, pueden decidir con su sola voluntad sí el ser que llevan dentro, -que no es parte de su cuerpo como lo demuestra su distinta configuración genética-, ha de llegar a nacer o no.
Ni los legisladores que otorgan a las parejas homosexuales el derecho de adopción, olvidando que sobre los menores, ni los homosexuales, ni los heterosexuales, ni los mismos padres, tienen derecho alguno, sino sólo obligaciones.
Una sociedad que ve a los hijos como medios para satisfacer necesidades, deseos o caprichos de los padres o de otras personas, es una sociedad enferma, una sociedad en crisis. Una crisis de valores mucho peor que la crisis económica que padecemos.
Marga Isern García
misern08@hotmail.es