Genial la inocentada internetera que publicamos en la sesión Cartas al Director. Los minoritarios de Terra, engañados por Telefónica, deberían, en efecto, opar a la matriz y excluirla de Bolsa. Es el día en que todo es posible, hasta los grandes cambios, hasta el pez chico devorando al grande.
Pero, al mismo tiempo, el 28 de diciembre servía para que se produjeran dos concentraciones, que, naturalmente, han sido castigadas con el silencio por todos los medios informativos: la primera en Madrid, ante la clínica Dator, el mayor abortódromo de España, a su vez el gran abortódromo europeo. Si estas concentraciones no existieran, nos olvidaríamos todos de la gran matanza diaria de niños. Los grandes medios ningunean a los defensores de la vida, pero mucho más grave sería que nuestras conciencias se olvidaran de las víctimas, a los ausentes sin nombre.
La segunda manifestación se celebró en Asturias, donde se pretende abortar a un niño de siete meses, cuya madre es una disminuida psíquica. De todos los asesinatos posibles, probablemente el más grave sea el aborto provocado a una madre, o a un hijo, deficiente. Es el más cobarde de todos los abortos. Pues bien, el asesinato de estos niños inocentes no debe quedar en el olvido de nadie.
Además, recientemente ha comenzado una batalla tan importante como la del aborto, como son los embriones. La matanza de niños no nacidos ha sido posible porque nadie se atreve a mostrar un aborto. Es decir, se trata de un asesinato silencioso. Son niños sin cámara, sin autopsia y sin exequias. Pues bien, la manipulación de embriones amenaza con multiplicar el número de homicidios y el silencio que oculta la gran matanza.
Eulogio López