La crisis económica no es excusa para no cumplir con compromisos ineludibles y especialmente urgentes.
Es lo que, con meridiana claridad, fue una de las cosas que hizo saber el presidente de la Conferencia Episcopal Española, en el discurso inaugural de la Asamblea Plenaria de Primavera. Junto a los problemas del paro, la vivienda o la atención a los ancianos y a los emigrantes, "persiste la desprotección legal del derecho a la vida de los que van a nacer y persiste una legislación sobre el matrimonio gravemente injusta". Sin mencionar al equipo del actual Ejecutivo, el cardenal ha recordado, una vez más, que faltan estos deberes por hacer y son muy urgentes.
Sobre el aborto fue muy claro: "Es urgente la reforma en profundidad de la legislación vigente. Se ha de poner coto cuanto antes a este sangrante problema social de primer orden. No solo con medidas jurídicas proporcionadas a los bienes que se hallan en juego, sino también mediante la protección de la maternidad y el fomento de la natalidad".
En tiempos de crisis, cuando la sociedad tiende a poner el acento sobre las cuestiones económicas y Cáritas se convierte en uno de los caminos más visibles de la universalidad de la Iglesia, el Presidente quiso marcar que hay aún una lacra social mucho más grave porque está en juego no solo la dignidad sino la vida misma de las personas.
Y es que el aborto, cada día que pasa sin aquella ley prometida que se iba a debatir a principios de este año, se lleva cada día por delante la vida de miles de niños.
Rapapolvo al Gobierno: "Los pasos dados en estos meses hacia la resolución de estos graves problemas resultan todavía insuficientes". Tomen nota.
José Morales Martín