La dirección de Iberia y el sindicato de pilotos SEPLA han llegado a un acuerdo por el que se desconvoca la huelga que se convocara el pasado lunes y que ha sembrado el caos en los aeropuertos españoles en plenas vacaciones de verano. Al final, la huelga ha durado dos días aunque sus repercusiones se alarguen a cinco o seis y ha terminado antes de lo previsto porque todo el mundo está harto de la arrogancia de los pilotos y de la sinrazón de sus protestas, que convierte a los usuarios en rehenes. Nunca hasta ahora los medios de comunicación habían sido ten beligerantes con el SEPLA, al igual que sus propios compañeros de Iberia, hartos de estos trabajadores -más bien vagos- de lujo. Al final, la chulería del SEPLA le ha llevado a firmar un acuerdo con la garantía del Ministerio de Fomento, el mismo acuerdo que se habían negado a firmar antes de provocar el caos en el transporte aéreo. La Dirección de Iberia no debería felicitarse por haber terminado con la huelga. Por el contrario, ha vuelto a ceder al chantaje y esto no presagia nada bueno para el futuro. Llueve sobre mojado, el Presidente de Iberia, Fernando Conte ha preferido la paz temporal al enfrentamiento directo con los pilotos, tal y como han hecho sus predecesores durante demasiados años.
Como dicen en Iberia, lo que ocurre es que los hijos de los pilotos no van a poder entrar en Iberia tan fácil como hasta ahora. No se sabe si son los hijos, pero sí que el SEPLA no defiende las condiciones laborales de sus afiliados -que son sencillamente inmejorables- sino su cuota de poder en la empresa, y especialmente en el escalafón de pilotos. Lo que pretenden es un poder imposible en el siglo XXI pero del que históricamente han disfrutado en el siglo XX: decidir cuántos y quiénes ingresan en la plantilla de pilotos de la compañía.
Así que, señor Conte, usted no está ofreciendo ninguna solución sino eternizando el problema. Antes o después el SEPLA volverá a plantear otra huelga, total, a ellos les sale gratis.
Eulogio López