En definitiva, cunde la convicción, por lo demás apabullante, de que Rodríguez Zapatero es el hazmerreír del mundo. Nadie le toma en serio y a él no le importa que nadie le tome en serio si puede permanecer en La Moncloa. Por eso, todas sus guerras son guerras civiles. Cada día se parece más a aquel insulto genial del poco genial Mariano Rajoy, cuando el tildó de bobo solemne. En cualquier caso, con ZP al frente, nunca España, durante toda la etapa democrática, fue tan poco respetada en el mundo.
Y la respuesta primera a la pregunta del titular de este artículo es la de siempre. Uno se gana el respeto, de personas y de países, cuando empieza por respetarse a sí mismo. El respeto no se pide, se gana, cuando el otro percibe coherencia en lo que hacemos aunque no sea verdad, o ni tan siquiera lógica. El problema de Zapatero es que no respeta a España y le ha hecho perder su dignidad. En los cinco continentes -los australianos creo que no pero es por falta de trato- nos toman el pelo. Pepiño Blanco, un gestor inútil pero un faltón interesante, ha optado por el cinismo. Así, asegura el ministro de Fomento que Rajoy es un embustero compulsivo y que le fastidia que con el caso Haidar España haya arreglado un problema.
La verdad es que con el caso Haidar España no ha arreglado un problema, sino que se ha creado muchos. Marruecos se burla de nosotros, Europa también. Lo mismo ha pasado con el Alakrana -¿Solucionar un secuestro consiste en rendirse ante los piratas?-, con Afganistán -donde a un presunto ataque talibán se le denomina accidente y se culpa a un compatriota, es decir al piloto-, Gibraltar, donde nos hacen el favor de no mantener detenidos a unos guardias civiles. Más grave es el secuestro de los tres cooperantes españoles por Al Qaeda, que significa una sola cosa: que el periodo de gracia concedido por el fanatismo islámico a Al Andalus, tras la masacre del 11M (no olvidemos que ZP es presidente sobre 192 cadáveres) se ha terminado. ZP reacciona con su cobardía habitual: se ofrece a pagar el rescate que sea a través del tirano que se precie, sin percatarse de que el extorsionador no conoce límites.
Es el pago que la política internacional ofrece a los cobardes, y ZP es, antes que anda, un gran cobarde que, eso sí, hará cualquier cosa por mantenerse en La Moncloa el mayor número de años. Por ejemplo, ejercerá de cínico, convirtiendo los fracasos en triunfos. Lo más gracioso que ha podido oírse en el foro madrileño durante el último fin de semana ha sido la solemne filtración socialista de que el señor presidente no dirá, hasta bien entrado 2011, si se presenta a un tercer mandato. Como si tuviéramos dudas.
Quizás lo más grave sea el mariachi de periodistas y editores lacayos que asumen su cinismo y aplauden su cobardía.
Eulogio López
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