Una cuestión que hace tiempo me vengo planteando, es, ¿por qué todos los representantes de algo (en nuestro caso políticos), generan tanto gasto al contribuyente, desde escoltas, edificios, vehículos, traslados, etc., etc.?
¿Es que se tienen que arropar de toda esa parafernalia, para proyectar que son algo? ¿Es que no tienen capacidad, por méritos propios, de transmitir dignidad y honorabilidad y tienen que recurrir a la simbología material? Habría que partir de que la Administración no es una empresa particular, sino un ente público al servicio de todos.
Es que, pensándolo bien, se despilfarra muchísimo dinero, de los contribuyentes, en esos menesteres, dejando otros asuntos sin resolver, por aparente falta de medios económicos, cuando lo que de verdad hace falta es una buena administración.
Pienso, que por el hecho de haber sido elegido, a través de unas elecciones, no se dispone de carta blanca, durante cuatro años, para organizar y desorganizar, sin que se le exijan responsabilidades de los actos que ejecuten o dejen de ejecutar. No es de recibo dejar que las siguientes elecciones le pasen factura. Habría que regular el poder controlar a los que se creen controladores, cuando son meros administradores, exigiéndoseles responsabilidades de lo que hagan mal. Habría menos políticos profesionales.
Gaspar Marín