Y los palestinos quieren la zona este de la capital israelí. Por cierto, también es la capital del cristianismo, pero al parecer eso importa poco a Occidente.
El asunto es que mientras no se convierta Jerusalén en ciudad abierta para judíos, musulmanes y cristianos, no habrá solución al conflicto más duradero del mundo.
Y, como decíamos ayer, mientras Occidente, en especial la izquierda europea, siga cantando las excelencias de los terroristas palestinos, mal podremos hablar de acuerdo.
Hispanidad
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