Los neoyorquinos se definen a sí mismos como los hombres de "la ciudad". Vamos que ciudades hay muchas en el mundo pero sólo una es 'la ciudad' como sólo una Caixa es 'La Caixa'. El 11 de septiembre de 2001 el Islam derribo las torres gemelas y asesinó a 3.000 neoyorquinos de una sentada, en el mayor atentado terrorista de la historia. Diez años después, la respuesta del Senado de Nueva York ha consistido en aprobar el matrimonio homosexual. Es decir, en alejarse de la ley natural.
Y, naturalmente, el presidente norteamericano, Barack Obama, se apresuró a aplaudir la medida, que no en vano Obama aspira a liderar el Nuevo Orden Mundial, versión archiprogre.
Si yo quisiera acabar con la civilización occidental, de la que la primera potencia mundial es uno de sus vástagos, aunque no el primogénito, aprobaría el homomonio y facilitaría la homosexualidad, por dos razones bien simples: los homosexuales no procrean y porque la precitada civilización occidental no significa otra cosa que la implantación de la ley natural.
Occidente siempre vencerá a Oriente salvo cuando decida suicidarse, es decir, cuando prescinde de sus principios cristianos.
Que el legislativo neoyorquino se anticipe al resto de Estados Unidos tiene su lógica. A fin de cuentas, el mayor enemigo actual de la democracia, de Occidente, de la propiedad privada… es Wall Street, sito en New York City.
La España desesperada y la Europa postrada. Un famoso periodista radiofónico me comentaba el pasado viernes: "España no tiene solución. La solución tiene que venir de fuera". Como otras mentes lúcidas en esta España desesperada, mi amigo piensa que la solución sólo puede venir de Europa, de Bruselas. Por ejemplo: no debemos salir del euro porque los nacionalismos están rompiendo el país.
Pues bien, ¡me niego a aceptarlo! La solución al 'problema España' no puede venir sino de los propios españoles, hoy entregados a la derrota antes de jugar el partido. Me gusta el ideal para fundar una Europa unida en sí mismo, no como medio para que la unidad europea oculte los problemas con los que topa la unidad de España. Primero porque no es posible: se va a Europa a cooperar, no a solicitar. Segundo porque el proyecto europeo camina hacia al derrumbamiento, una vez que ha olvidado la idea del bien común, idea cristiana, y se encuentra en estado no menos calamitoso y entregado, que España.
Europa ya no es el continente de la solidaridad, en el que los países ricos trasfieren fondos a los pobres. Lo único que hoy trasfiere Bruselas a los griegos –protagonistas de la semana- es capacidad de endeudamiento, no riqueza, aunque líderes políticos tan ciegos como los actuales no sepan ni intuir la diferencia y adónde nos conduce la Europa de la deuda financiera. Lo único que hace Europa es pagar a los suscriptores de bonos griegos a cambio de hundir a las familias griegas.
¿Qué habrían hecho los padres fundadores de la Unión Europea? Pues habrían dejado caer la deuda griega y hecho perder su dinero a los inversores de deuda helena y, al tiempo, habrían trasferido fondos –regionales, estructurales, de cohesión- a los griegos. Aquello era la Europa solidaria, la de los años cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo. Lo de hoy es la burocracia bruselina que trabaja para que los ricos cobren los usurarios intereses que obligan a pagar a los griegos.
De vuelta a España, no me extraña, las precitadas palabras de mi amigo, potente creador de opinión, tras las andanzas de los proetarras de Bildu. Pero eso no se arregla manteniéndonos en el euro a tan altísimo coste, una integración que sólo nos ha traído a los españoles la homologación de precios con Europa pero no la de salarios.
En ese plano político, la respuesta es simple: si el Tribunal Constitucional, azuzado por el Gobierno Zapatero que lo controla, ha 'legalizado' a los proetarras de Bildu, lo que hay que hacer es ilegalizarlos de nuevo. Me da lo mismo que posean el respaldo de las urnas. Democracia no sólo es lo que se vota, especialmente lo que votan aquéllos que odian la democracia, sino lo que preserva la democracia, es decir, los derechos humanos. No será necesario recordar que Adolf Hitler llegó al poder respaldado por las urnas.
Y si Bildu respeta los derechos humanos yo soy arzobispo de Toledo.
Bono y Cospedal, dos almas gemelas
José Bono hace política con la izquierda y negocios con la derecha. Nos hemos olvidado de Bono y eso es peligrosísimo, porque el manchego mira lejos, y espera convertirse en jefe de la oposición socialista cuando Rubalcaba fracase y ZP desaparezca. Su enemigo, ya no son ni el uno ni el otro así que puede permitirse el lujo de apoyar a ambos. Su enemigo es Carme Chacón, porque Bono ya piensa en 2013. Rubalcaba –si le das la espalda, te la clava- es el único que, haciendo de la necesidad virtud, aún piensa en ganar en 2012. En el entretanto, Bono lava su imagen, es decir, se presenta como estadista e intenta que se olvide su icono actual: un tipo simpático pero al que nadie le compraría un coche usado.
Pepe Bono espera su oportunidad y, en el entretanto, aprovecha para tocarle las narices a todo el mundo. Por ejemplo, aprovechando la festividad del Corpus Chriti -¿cuándo mejor?- acaba de lanzar una nueva encíclica: quien pretenda que el divorcio tiene algo que ver con la moral –ha proferido- "no está en estos tiempos".
No les quepa duda: estamos ante un líder moral, un obispo con corbata. Preciosa esa declaración acerca de lo obsoleto que recuerda la frase de Chesterton: "Cuando alguien me dice eso de 'cómo puede usted decir esa cosa en pleno siglo XX', siento ganas de responderle: 'pero cómo puede usted decir esa cosa en pleno miércoles por la tarde'".
Por otra parte, don José aplica la famosa técnica del "cómo va a ser el malo el divorcio si yo estoy divorciado", teología profunda, propia de gente de mente abierta, la que olvida –otra vez Chesterton- que "tener la mente abierta es como tener la boca abierta: un signo de estupidez. La mente, como las mandíbulas sólo se abre para cerrarla de inmediato sobre algo consistente". Por ejemplo: sobre una idea.
María Dolores de Cospedal, nueva presidenta de Castilla La Mancha, secretaria general del Partido Popular, aspirante a Reina de España, aunque parece que no hay vacantes- se parece mucho a su paisano Bono. Incluso en sus poses religiosas: a Bono le encanta predicar en mezquitas el sincretismo universal y Cospedal no duda en procesionar en la Festividad del Corpus, en Toledo, al tiempo que defiende la ley del aborto de 1985, no menos homicida que la de 2010. Ambos, Cospedal y Bono, confunden cristianismo con espiritualidad y están dispuestos a ir bajo palio o a cargarse el palio, según convenga.
Doña Dolores y don José son dos políticos de la actual crisis económica y moral, Corchos que flotan en cualquier situación y con poca vocación de servicio al bien común. Dicha clase de políticos ha arrastrado no sólo a España, sino también a Europa, allá donde se encuentra: al fondo del fango.
Occidente pierde la guerra de Afganistán. Y lo peor es que puede perder cualquier otra guerra. Obama anuncia que se va de Afganistán y Francia le secunda. George Bush ridiculizó a los ejércitos del mundo libre con la invasión de Iraq, que era como matar moscas a cañonazos.
Y es que el terrorismo no es otra cosa que el asesinato cobarde. Los terroristas se esconden tras la sociedad civil. Por eso, contra ello, no valen los ejércitos sino investigadores y policías. Con la llamada primavera árabe, que más parece invierno integrista, hemos descubierto que la supremacía tecnológica tampoco sirve para expulsar a los tiranos que protegen y financian terroristas en el exterior.
La labor de Europa y América consiste en apoyar al disidente interno de las dictaduras y en no reparar en los intereses comerciales comprometidos. China, la mayor tiranía del mundo, mucho más homicida y peligrosa que las autocracias islámicas, se mantiene en pie gracias a la carta blanca que le han otorgado Estados Unidos y Europa, por la que no se levanta la voz contra sus desafueros por una única razón: es el mayor mercado del mundo y nuestras empresas hacen allí espléndidos negocios.
Por lo demás, tras Iraq y Afganistán, es evidente que la exportación de la democracia en el siglo XXI debe hacerse por la red de redes. Los bombardeos deben ejecutarse por Internet y las invasiones deben ser informativas. Los líderes occidentales están llamados a derrumbar las tiranías mediante la palabra. El poder y la influencia de un líder político en la sociedad de la información radican en su capacidad para convocar micrófonos y altavoces. Hay que recuperar el concepto de injerencia política.
Sobre todo, esos líderes deben propagar la libertad religiosa y, en especial, la libertad de los cristianos a expresar públicamente su fe, que es hoy la libertad más amenazada en el mundo. En este sentido, la semana nos ha traído dos noticias, una buena y otra mala: la mala, es que los talibanes se han reído de la OTAN en Afganistán, donde han matado a miles de soldados aliados para que nada cambie en aquel país. La buena es la absolución del líder populista holandés, Geert Wilders. No me agrada el sujeto pero ha ganado una batalla importante contra lo políticamente correcto y por la libertad de expresión, al decir lo que muchos pensamos: que el Islam actual es un enemigo de las libertades.
Ha muerto Juan Vallet de Goytisolo. En Madrid, a los 93 años de edad. Maestro de civilistas y constitucionalistas. El indiscutible número uno del derecho político español durante décadas, una autoridad mundial en la materia. Pero probablemente no se le hagan grandes especiales, porque Vallet era católico, líder de los juristas catolicos y, qué queiren que les diga, eso no tiene muy biena prensa. Pasa al panteón de grandes hombres olvidados por razón de fé. De fé cristiana, se entiende.
Eulogio López
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