Sr. Director:
Que los Reyes Magos nos traigan la fuerza suficiente para continuar defendiendo los valores que han mantenido unida a la humanidad, hasta el momento, porque hoy ya ni los reyes de España (con minúscula), los defienden.
La noticia me llega a través de Noticias Globales, y no me asombra, pero sí me llena de vergüenza y dolor, porque si la hipocresía se ha instalado en la propia Corona Española, qué podemos esperar del resto de enfermos personajes que nos gobiernan.
El titular dice así: La Corona de España honra a la reingeniería social anticristiana, y el contenido comenta que: El Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), una de las organizaciones lesbofeminista sectariamente anticristiana de más poder en América Latina, será galardonada con el Premio Derechos Humanos Rey de España.
Es la primera vez que el jurado de la prestigiosa institución valoró la exigibilidad del principio de igualdad de género y, especialmente, la erradicación de la violencia contra la mujer al seleccionar a la entidad ganadora. La distinción será entregada por la reina Sofía y el rey Juan Carlos en los próximos meses, dice la información del diario Página 12 de Buenos Aires.
Le ruego que le dé difusión, sé por experiencia propia que hoy es difícil mantenerse firme ante tanta sinrazón; yo mismo he perdido y estoy perdiendo la amistad de personas conocidas, por defender con firmeza mis principios, especialmente el del Derecho a la Vida. Y aunque oro diariamente por aquellas personas que defienden el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, la educación para la ciudadanía, etc., etc. (perdónalos Señor porque no saben lo que hacen); después compartir con ellas mi testimonio, intento mantenerme alejado para no entrar en debates inútiles que rara vez conducen a algo bueno; pero es nuestro deber defender aquello que sabemos que es correcto, ante la hipocresía que se está adueñando de nuestra sociedad.
Ya en el siglo XVIII (1729-1797), Edmond Burke dijo que para que triunfe el mal basta que los hombres de bien no hagan nada, y lamentablemente es lo que están haciendo la mayoría de los hombres de bien, porque si no fuera así no se comprendería como en un país mayoritariamente cristiano, se está permitiendo que una minoría enferma imponga su hipócrita ley. Si no lo hacemos por nosotros, hagámoslo por nuestros descendientes porque ellos nos juzgarán también por aquello que hayamos dejado de hacer.
Gracias a todos aquellos que siguen ahí defendiendo firmemente la verdad.
Ángel Garnelo
angelgarnelo@grupoaei.com