A propósito de la que la Presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, la sumisamente abroncada, haya convocado el pleno para votar su ponencia, no sé el por qué me vienen a la memoria ciertas traiciones célebres en la historia de España: Ditalcón, Audax y Minuro (traidores de Viriato); Bellido Dolfos, traidor y asesino del Rey Sancho.
Pero el caso que más se asemejaría sería el de Pedro I El Cruel y su hermano Enrique. Ensalzados en feroz lucha, Pedro cayó encima de Enrique tomando clara ventaja en la fraternal pelea. En este preciso momento intervino el caballero Du Guesclin, al servicio de Enrique, y sujetando a Pedro le hizo girar, momento que Enrique aprovecho y asesinó a su oponente. Acabada la lucha el caballero francés pronunció la conocida frase: "Ni quito ni pongo rey, sólo ayudo a mi señor".
No sería mal epitafio para la larga disputa que ha sostenido el T. C. en este peliagudo y constitucional asunto.
Ante esta ponencia los nacionalistas y socialistas, a diferencia de las anteriores, guardan profundo y sospechoso silencio.
Manuel Villena Lázaro