Hablo de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, que gira el rumbo según las circunstancias, más que nada porque el Gobierno Zapatero anda grogui.
Pues hace mal. El coste del despido debe reducirse en España porque es de justicia que se reduzcan en todo el mundo. El empresario no es un sátrapa que quiere fastidiar al obrero. Si contrata es porque le salen las cuentas y si despide es porque no le salen. Si la justicia social consiste en mantener puestos de trabajo artificiales mejor nos apuntamos a la economía planificada, al socialismo, que siempre protegerá mejor al trabajador en peligro de extinción. El único problema es que en el siglo XXI la especie en peligro de extinción debería ser justamente eso: los funcionarios y sus asimilados: los asalariados de grandes multinacionales, esto es, los trabajadores menos productivos de todos.
Hay que reducir el despido, y hay que mantener o aumentar los salarios. Esa es la tónica general. Y, sobre todo, hay que reducir los impuestos laborales que graban el despido. Insisto: este es el momento de cambiar cuotas por IVA, lo que nos eleva a un cambio de más enjundia: el de juzgar a la gente no por lo que gana sino por lo que gasta. Toda una línea de pensamiento que nos lleva, no a una, sino a un montón de conclusiones.
Y también es una pena que el Gobierno renuncie al contrato único e indefinido, con una cantidad pactada de antemano en concepto de indemnización por despido. La economía también es psicología y si no hubiera otra cosa que contratos indefinidos, el trabajador se sentiría más a gusto y el empleador podría hacer cálculos más fríos.
Salgado también predice fusiones para el futuro. Es decir, que tal y como hemos informado, la vicepresidencia ha paralizado el plan de recapitalización ideado en el Banco de España para bancos y cajas en problemillas -que no en problemas-. Lo sustituye por fusiones, que es una forma de esconder la basura debajo de la alfombra, porque lo cierto es que si a un banco le dices que se haga cargo de otro lo primero que pide es dinero, dinero público, se entiende. En cualquier caso, otra bofetada de Salgado al gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quien repite por todo Madrid que esa chica no tiene ni idea de lo que se trae entre manos.
En mi opinión, en este punto tiene razón Salgado porque la banca española no está como la norteamericana o la británica. Además, la banca española es mucho menos especulativa que la anglosajona, y puede resistir mejor el vendaval. Ahora bien, en la CNMV se han disparado las peticiones de titulización de crédito, uno de los mecanismos de burbuja especulativa que han destrozado los mercados financieros y que provocaron la crisis de las hipotecas basura -es decir, de las titulizaciones de las hipotecas basura- en agosto de 2007.
Y aún peor, tampoco se ha tajado la otra causa de la crisis, el otro pecado que, esta vez sí, es culpable de la banca española: la concentración de riesgo en muy pocas empresas, compañías ferozmente apalancadas, especialmente inmobiliarias e infraestructuras.
En definitiva, no hay por qué crear un fondo aunque la mecánica de las fusiones lleva a lo mismo, porque un fondo provoca más pánico y en economía la imagen tiende a convertirse en realidad, especialmente si la imagen es fea. Ahora bien. Como todo Occidente, el Gobierno Zapatero no apunta hacia la causa de la actual crisis financiera. Lo que supone que la crisis se repetirá antes que después.
Se admiten apuestas.
Eulogio López
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