Los bancos se quedan con todo y el Estado se queda con los bancos. Ese es el panorama que todo el mundo quiere evitar tras la borrachera de apalancamiento de los últimos tiempos. Por eso, los bancos alrededores de Sacyr han decidido llegar a un acuerdo con la constructora, acuerdo que queda pendiente de los últimos flecos. Se impone el sistema Metrovacesa al sistema Martinsa: nada de embargar, que es la mejor manera de depreciar: lo que hay que hacer es gestionar activos en prensa. Además, la inyección de dinero de Itíere reducirá la deuda de la constructora.
El Santander ha sido el más remiso, porque al grupo de Emilio Botín el ladrillo le sale por la orejas. De todas formas, el acuerdo está próximo. Al final, lo bancos son conscientes de que la constructora tiene activos buenos como para sacarles rendimiento.
Por tanto, Repsol no se vende: ni a los rusos de Lukoil ni a los chinos de Sinopec ni a los fondos soberanos árabes que intentaban desde el mismo Ministerio de Industria. En el caos de los rusos, por varias razones: Conoco, su accionista, no está por la labor, Lukoil no tiene dinero, y los rusos querían controlar el 30, no el 20% de Respol.
Con los chinos pasa algo similar: no están dispuestos a pagar 26,7 euros cuando en Bolsa vale la mitad, 13,5. Para eso compran en el mercado o lanzan una OPA sobre el 100 por 100... para lo que tampoco tienen dinero. Ni rusos ni chinos ni moros. Estos últimos no quieren gestionar empresas, sólo cobrar dividendos, y no tienen interés por pagar sobreprimas.
A precios de mercado el asunto no interesa ni a los rusos ni a los chinos ni a los moros. Así que la operación queda hibernada. Cuando el precio de Repsol se duplique en Bolsa, a lo mejor interesa.
Eulogio López
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