Causa horror y estremece las fibras más íntimas de nuestro ser, el hallazgo de un niño recién nacido abandonado en un contenedor de la basura.

No es imaginable la actitud de fiera o sin corazón de la madre que lo abandonó. Puestos a buscar causas, una destacaría sobre las demás: la que mira a la educación de esa madre en los valores humanos y cívicos. Por ello, cuando se socavan los fundamentos de la convivencia surge un egoísmo feroz, hedonista, materialista y desprecian las normas morales, se está contribuyendo a que abunden casos como el citado.

Pero somos conscientes de las trabas que la sociedad impone a esos intentos moldeadores de personalidades recias, enteras, de una pieza. La vida del ser humano vilipendiada y abortada; la familia se ve desarbolada; la escuela, desautorizada; la autoridad legítima, escarnecida. Si la familia es la primera célula educadora de la sociedad ¿Porqué se está destruyendo?

Mientras la gran ventana lívida, la televisión, suplante a los padres, no podremos extrañarnos de que el cubo de la basura sea la cuna más apropiada para un recién nacido.

"Horizonte de luces y sombras, estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la cultura de la muerte y la cultura de la vida y estamos obligados a participar eligiendo, incondicionalmente, a favor de la vida", afirma Juan Pablo II.

Clemente Ferrer Roselló

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