Este Gobierno, anclado en resucitar las viejas historias es incapaz de aprobar la colocación de una placa en homenaje a la madre Maravillas en el Congreso, sin embargo, no importa que los españoles paguemos la techumbre, por capricho, de una sala en la ONU. Vergonzoso.
Sr. Director:
No deja de ser sorprendente que, al margen de lo que ha costado al bolsillo de los españoles, se haya promovido costear la cúpula de la sala de la ONU en Ginebra dedicada a la Alianza de Civilizaciones y al mismo tiempo se rechaza duramente colocar una placa en memoria de la Madre Maravillas, que tuvo la ocurrencia de nacer en 1891 en el mismo lugar donde hoy se alzan las Cortes, y que cuenta entre sus familiares a varios parlamentarios ilustres, viene a desvelar indirectamente las contradicciones de la política gubernamental.
El principio mismo en que pretende basarse la política exterior española, el diálogo y la tolerancia con otras culturas, se niega dentro de España cuando se trata de reconocer los valores de una monja, canonizada por su amor a Dios, practicados en el servicio hasta la muerte a los niños pobres.
No se entiende que la santidad asuste tanto a los defensores de la Alianza de Civilizaciones. Excluir a una mujer, por el hecho de ser monja, es una muestra de sectarismo que nada tiene que ver con una sana laicidad.
Jesús D Mez Madrid
je.do.madrid@gmail.com