Sr. Director:
Se ha escrito mucho, estos días, sobre el referéndum a celebrar el domigno en el que tenemos que decirle a Europa lo que nos parece este Tratado que establece una Constitución: desde editoriales, anunciando consecuencias apocalípticas sí esta Constitución no es ratificada, hasta el uso y abuso de la propaganda oficial, partidaria de hacernos comulgar con este texto trampa.
Me han llamado la atención actitudes que desearía no dejar de comentar, pero que no por asumidas dejan de sorprender. ¿Ustedes se han fijado con qué apasionamiento defiende la izquierda mayoritaria de este país un texto de corte neoliberal elaborado por unos Estados mayoritariamente de derechas? No tienen vergüenza en defender un Tratado en el que los derechos sociales, por los que tanto han luchado, se ven supeditados a los varemos de la competencia. Apoyan una Europa, cuya política monetaria va a depender única y exclusivamente del Banco Central Europeo. Desde las disposiciones establecidas en este texto, los desajustes y desigualdades que nuestros sistemas económicos producen no cuentan con los suficientes elementos de protección y garantía de los necesarios e imprescindibles derechos sociales que los eviten y atenúen.
Y la derecha, ¿qué me dicen de la derecha? ¿Se han fijado en su anuncio electoral: Sí a Europa? No dicen que sí a esta Constitución. Una vez más, tibieza y el dejar hacer a la izquierda el trabajo sucio para luego beneficiarse de lo hecho. Son los mismos, unos y los otros, ya no saben dónde rascar para marcar las diferencias. ¿Qué soy exagerado? ¿Ustedes saben, de la última encuesta se desprende, qué en las comunidades autónomas que más abortos se realizan gobierna la derecha? Ahora claman al cielo por la futura regulación del matrimonio homosexual. La Ley de Familia de la Comunidad de Madrid que la derecha quiso aprobar, y que Familia y Vida recurrió, no era más que la antesala de este supuesto matrimonio.
No amigos, no. No vale cualquier respuesta. Hay que votar que no. La ratificación de está futura Constitución tiene consecuencias gravísimas para todos.
Nuestra Constitución Española, y tenemos el aborto que tenemos, dice que todos tienen derecho a la vida. La Constitución Europea restringe ese derecho a la persona. Es decir, con nuestros ordenamientos civiles, que limitan el ser persona a una etapa de la existencia del ser humano; se acabó todo. Desde la aceptación de esa máxima quedará consagrado el supuesto derecho a abortar. El embrión no tendrá, según nuestra norma fundamental europea, derecho a la vida.
Otro atentado contra la vida: ¿se han fijado como anuncia la prohibición de la pena de muerte? Pues bien, si se dirigen a uno de los textos a los que esta Constitución remite (declaraciones anexas al acta final de la Conferencia Intergubernamental, por ejemplo) verán como esta continúa vigente en determinados supuestos. Y que me dicen de la posibilidad de defensa preventiva sin ni tan siquiera mencionar una resolución de la ONU.
En el capítulo referido a los Derechos Fundamentales de la Unión se refiere en todo momento, como he comentado para el derecho a la vida, a la persona como portadora de esos derechos. Que casualidad, sobre el derecho a fundar una familia no establece sujetos y dice únicamente que se garantiza el derecho a contraer matrimonio y el derecho a fundar una familia, ¿a quién se le garantiza?
Ustedes ahora me dirán, pero sí estas situaciones ya se dan en nuestros países. Sí, lo que ocurre es que a partir de ahora pueden quedar establecidos en la norma fundamental de nuestro ordenamiento. Esto es más serio de lo que aparenta. Desde aquí les pido una vez más que vayan a votar el próximo domingo día 20 y digan que No.
Por la Persona, la Vida, la Familia. Por Europa y en nombre de la Libertad, vota No a esta Constitución.
Juan Marcos Lizarbe
Presidente del Partido Familia y Vida
amigos@familiayvida.com