Sr. Director:
Me pregunto: hasta cuando llegará la idiotez y el buenismo de los católicos. Hace unos días fui increpado por la cajera de una farmacia porque me negué a que el vuelto por mi compra se destinara a UNICEF.

 

A la empleada se le plegaron las dos señoras que me seguían en la fila de la caja. Quedé como alguien inmisericorde, egoísta, antisocial, etc., etc. Y a más llegó la indignación de estas tres "damas de la misericordia" cuando dije, a voz en grito, "no doy nada a UNICEF porque financia abortos".

Una de ellas, también a voz en grito, expresó que lo que interesaban eran los "niños vivos, que corrían y comían" y no los "fetos". 

Para peor, se sumó a la escena un señor de modales suaves, con pinta de solterón rico, vestido con ropa de marca, aunque con poca idea de combinar los colores. Se identificó como Hermano Marista y lanzó al aire una "sesuda" sentencia: "ante todo la solidaridad para los más necesitados; dejemos de lado la política; que si aborto, sí; que si aborto, no".

¿Qué podemos pedir a las cajeras o a las señoras que van de compra, si para este hermano marista el aborto es un asunto "político"? ¡Hasta ahí hemos llegado! ¿Es imbecilidad o es complicidad? 

Mandé a imprimir una cuantas copias de este artículo: ONU-OMS: aborto como política de salud. Volví a la farmacia y las repartí en la puerta. Nadie salió con la pretensión de impedirlo.

Lamento no haber dado con el hermano marista o lo que fuera ese señor. Aunque sospecho que de leer lo que yo repartía, hubiera seguido en sus trece.

Si los católicos tenemos esa gente dentro, no nos quejemos de los que están fuera.

Gonzalo de Córdova