Sr. Director:

Ésta es la carta de una madre angustiada: Imagine usted que a partir de mañana, la única comida que podrá facilitar a sus hijos serán grasientas hamburguesas con ketchup. Imagine usted que a partir de mañana, el único tratamiento médico que podrá facilitar a sus hijos serán sangrías con sanguijuelas. Se ha decidido que así debe ser y no tiene otra alternativa: ¿Se imagina su impotencia? ¿Su desesperación? ¿Su angustia?

Ésa es la situación de miles de familias en Madrid: Alrededor de un 80% de los padres madrileños prefieren, reclaman, exigen una Educación Concertada para sus hijos. Cada curso se presentan miles de solicitudes en Colegios concertados que son desestimadas por falta de plazas. Aunque la demanda es abrumadora, no se conciertan más y se sigue derrochando dinero en plazas públicas cuya demanda es infinitamente inferior. La mayoría de los Centros Públicos están "rellenados" con quien no ha tenido otra opción, produciéndose un gran descontento.

Y la verdad es que, aunque hay poderosas razones que justifican tan acusada predilección, eso debe dar igual: la ciudadanía reclama año tras año Colegios concertados y es el deber de los políticos atender cualquier reclamación de la ciudadanía. Más aún, cuando es una petición tan masiva y recurrente como ésta.

No poder elegir algo tan básico y primordial como el tipo de educación que quieres dar a tus hijos; verte obligado a permitir que inculquen a tus hijos unos valores con los que no estás de acuerdo, es la desesperación absoluta para cualquier padre medianamente concienciado.

Pero lo han decidido así, y ¿sólo nos queda el derecho al pataleo?

Mª Luisa Rodríguez Peña

marisa@losponte.com