Zarzuela tuvo mucho cuidado en invitar a un representante por cada gran empresa. A uno, no a dos, si ustedes me entienden. Y la misma norma se aplicaba a las familias. Pero hubo una excepción: por Telefónica, acudió el matrimonio César Alierta-Cristina Placer, pero también acudió don Fernando Villalonga, ex secretario de Estado para Iberoamérica y hoy responsable de la Fundación Telefónica.

 

Y es que, no lo olvidemos, la Fundación Telefónica es uno de los grandes animadores culturales del país, amén de patrocinador de las actividades marítimas de la Familia Real. Aunque dejémoslo claro, el que paga es Francisco Bergia, otro director general de Telefónica… no invitado a la boda.

 

Ahora bien, seamos justos. Fernando Villalonga, un hombre injustamente tratado en la propia compañía, dado que no se entiende con Fernando Labad, su superior inmediato, 68 años de edad pero no prejubilable porque es amigo personal de César Alierta. No, Villalonga fue invitado a la boda porque es amigo personal del SAR Príncipe Felipe.

 

Otrosí. Tampoco se cumplió la norma en las invitaciones a La Caixa: acudieron cinco invitados. A saber, el presidente Ricardo Fornesa, el director general, Isidro Fainé, el director general para el Grupo Industrial, Antonio Brufau, el ex presidente y actual director de la Fundación Caixa, José Vilarasau, y el presidente de honor, Juan Antonio Samaranch.

 

La cosa es sencilla. Fornesa representaba a La Caixa, Fainé a Abertis, Brufau a Gas Natural, Vilarasau a la Fundación y Samaranch, suponemos, al Comité Olímpico Internacional o a la Presidencia de Honor de La Caixa. La Caixa es otros de los patrocinadores de las actividades náuticas de la Familia Real. 

 

Más otrosí. Mejor dicho "otrosíes". El grupo SCH estuvo representado por Emilio Botín… y por su hija Ana Patricia, sólo que ésta como presidenta de Banesto, que es algo más que un banco, aunque sea filial del Santander. Que se sepa, ni el SCH ni Banesto financian las actividades náuticas de la Familia Real… pero su presidente se apellida Botín, no te fastidia. ¡Mucha envidia cochina es lo que hay!

 

Otro catalán que realizó grandes esfuerzos por ser invitado fue Emilio Cuatrecases, del bufete, del mismo nombre, más prestigioso de Barcelona. Quizás porque, oiga usted, sí había sido invitado el bufete Uría y Menéndez, su gran competidor madrileño en el terreno madrileño. Y claro, el agravio comparativo es muy, pero que muy difícil de sufrir.

 

Aquí el único que fue invitado y no acudió fue el hombre más rico de España: un tal Amancio Ortega. Y el único que fue invitado pero sólo acudió a la mitad de los actos (desde el mediodía hacia adelante) fue Ernesto de Hannover, por encontrarse indispuesto.