Sr. Director:
Un pesebre fue su cuna y su padre un carpintero. No un cura, ni un doctor, magistrado o ingeniero.

 

Y no fue pródigo en escribir narraciones o poesías, ni libros de medicina del cuerpo que poseemos. Sólo un Libro inspiró que se tiene por Sagrado y rige las directrices por las que ha de obrar el buen cristiano. Una Madre en apuros, todo un Dios en un pesebre, un San José que guardaba un secreto y su orgullo.

¡Qué enseñanza más sencilla! Qué manual más acorde para enseñarnos a todos a caminar por la vida. Y cuántas vidas más, en las que germinó la Fe, sufrieron el martirio y ser segadas por la mano de aquellos de los que ostentan, u ostentar quieren, los cargos para engalanarse de pompa con la que satisfacer su orgullo y terminar de embriagarse de soberbia, de crueldad, de necedad tal que, a pesar de haber nacido en cuna de padre conocido por docto en especialidades, tallada por artesano, parece como si fuesen cloacas su corazón y su mente.

Tu Amor, Jesús, nuestros pasos acompaña, mas no todos los pasos ven tu Halo, y fingen tus enseñanzas, pues atan a una cruz de flagelación y necedad humanas a quien, con la suya a cuestas, luchan con todas sus fuerzas por superarse para servir mejor a los Tuyos, a los nuestros, y traernos alegrías a quienes estamos cerca. Como madre me conforta por todo lo que supone, pero ¿cómo conforto yo a ella?

Son dos cruces, mi Señor, y una mortal a secas. Por otro lado tu Cruz, en varios estilos, en cada rincón ponen de sus despachos, de los que salen y entran frotándose bien las manos, urdiendo su promoción, sin reparar ni querer ver si está abriendo tu Costado, como en aquél Sanedrín de lo civil y Sagrado, quiere a todos demostrar quién manda y que no es mandado.

Qué menos que lamentarme, Señor, y hacerlo en voz alta: ¿No ves cómo, además, nos venden igualdad, justicia, democracia? De nuevo elecciones generales y en la Universidad, donde imparten las enseñanzas que han de formar a los hombres del presente y del mañana. Votos vienen, votos van, a quién piso, a quién daño ¡es su problema nada más! La cuna tallada, ¡no dejes que arda por siempre en la eternidad!

Isabel Caparrós Martínez