Que no Florentino, que no. Que esos medios informativos a los que denuncias, los que influimos en los socios que reivindican la vuelta a los valores del madridismo, no vamos contra "Mou por el dedo en el ojo, van detrás del Madrid porque quieren influir". No es así.

Que deseamos influir parece claro: es lo que pretende todo el mundo, los medios y los protagonistas de los mismos. Por ejemplo, tú. Pero no, hombre no, los madridistas que tomaron la palabra en la Asamblea del Madrid no van contra Mouriño, ni mucho menos contra el club: van contra ti, que eres quien ha convertido a un club deportivo en una empresa financiera y antipática, que no vende ilusión sino fama, algo tan intangible como los bonos griegos.

El problema del Madrid no es Mouriño -éste sólo es un payasete que cumple su función-, el problema del Madrid eres tú, Florentino, que no entiende lo que es el señorío porque no entiende lo que es la humildad, y que cierras el pico a la inmensa mayoría de los socios, un punto borreguiles, porque has convertido al Madrid, no en la ilusión de muchos chavales y de la cantera futbolística de una región con más de seis millones de habitantes, sino en una empresa de intermediación de derechos, una SGAE que, eso sí, obtiene beneficios.

Cuentas con una ventaja. Por lo general, al empresario que obtiene números negros nadie le pregunta cómo los ha conseguido. Y el cómo también tiene su importancia, ¡oh, capitán, mi capitán!

No tienes que cesar a Mou, tienes que dimitir tú, por haber convertido al Madrid en el Barça de hace 20 años, lo que ha permitido al Barça convertirse en el Madrid de hace 20 años. Y el Madrid de ayer y el Barça de hoy son los que vencen y convencen.

Contigo, al Real Madrid sólo le queda su historia, pero cada vez más lejana. Y llegará un punto en el que los réditos del pasado se terminen. Todo tu discurso del domingo no era sino la necesidad de reivindicar el madricidio que has perpetrado. Y naturalmente, la mentira siempre anida en la excusa: sí, ¡oh capitán mi capitán!, puede que Alves hiciera teatro pero Pepe sí le dio un plantillazo cuando y donde no era ni necesario, ni conveniente, ni deportivo.

Eulogio López

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