Sr. Director:

Según una información de la que se han hecho eco numerosos diarios españoles: Tener muchos hijos reduce la esperanza de vida de los padres. Este era el título que en LA RAZÓN se daba al producto de un estudio realizado sobre 21.000 parejas casadas en Utah (Estados Unidos), entre 1860 y 1895. Los investigadores descubrieron que un mayor número de hijos estaba asociado con una menor supervivencia de ambos padres, aunque era tal mortalidad era más significativa en el caso de las madres, incluso controlando el factor de la mortalidad durante el parto.

Resulta chocante presentar esta noticia como actual, tomando como referencia a unos datos de finales del S. XIX, en pleno desarrollo de la 2ª Revolución Industrial. Una etapa histórica en la que, precisamente, se comprobaron las atrocidades del liberalismo económico y que desembocó en una capitalismo salvaje. Ya la Revolución Industrial (la 1ª), la disminución de la mortalidad y el control de ciertas epidemias, causó la emigración del campo ciudad y hacía otros continentes (especialmente USA y Canadá) en busca de una vida mejor. La consecuencia demográfica fue la urbanización, la concentración en ciudades -llegando incluso, al hacinamiento- en las que se generaron unas condiciones de vida que provocaron la degradación física y moral de sus habitantes. Al menos, así lo recuerdo de la Historia que estudié en la vieja EGB y los antiguos BUP y COU. Pero, actualmente, ¿qué sentido tiene divulgar una noticia como esta?

Cuando los avances médicos y científicos han mejorado enormemente nuestra calidad de vida, en una sociedad que, al contrario, plantea obstáculos a la natalidad, a la propia y natural aspiración de muchas mujeres que quieren ser madres y se las discrimina en el ambiente laboral por este motivo. ¿Qué ocurre aquí?. ¿Qué opinan esas asociaciones e instituciones públicas que dicen preocuparse por los derechos de la mujer?. ¿Como se atreven los medios a divulgar de este modo (equívoco) esta información?... sin ningún rigor, mal redactada y, cuando menos, con dudosa intencionalidad.

Miguel Ángel Mateos Alenda