El primero tiene que ver con la renovación de la energía nuclear en el Reino Unido y los contratos para las nuevas centrales nucleares. Puesto que el ejército de ese país ha de renovar sus cabezas nucleares, la elección de la tecnología de las futuras centrales nucleares -francesa o americana- no afecta a su independencia energética, pues además de tener dos opciones, en cualquier caso son ellos los que suministran el combustible.
Precisamente éste no es el caso de Alemania que, como España, no es que no tenga el mineral necesario, sino que no tiene la tecnología para enriquecerlo. Que un país como Alemania carezca de una tecnología en el campo de la ciencia es algo sorprendente, pero en éste caso la razón es claramente política. Si Irán se enfrenta a toda la comunidad internacional por su deseo de enriquecer uranio independientemente, Alemania -vetada su entrada en el club nuclear tras la guerra- ni lo espera, ni aspira a ello.
Por su parte Francia, poseedora tanto del arma nuclear, como de la tecnología para enriquecer el mineral, así como de la tecnología civil que rentabilice la inversión y de un patio privado africano donde proveerse del mineral al precio que les interese (lobby Areva y Mme. Lauvergeon), está muy interesada en tener como perpetuos clientes a cuantos más países mejor. No se les puede reprochar, pero ha de subrayarse.
El otro asunto que quería comentar es el del coste. Pienso que para comparar los costos de las diferentes energías -y si esto es posible- debería al menos existir una lista única de conceptos que pudieran trasladarse a las diversas fuentes energéticas para sumarlos y ver el resultado final.
Uno que no se menciona cuando se trata de la energía nuclear es el de la limpieza de las centrales nucleares obsoletas. Para una estimación del costo le adjunto un artículo publicado en el Guardian Weekly y traducido de Le Monde ("Cleaning up reactors will cost $1.000bn).
Manuel Díaz-Caneja
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