Desde que el atentado del 11-M cambiara el signo de las elecciones del 14 de marzo de 2004, el crimen internacional tiene comprobado que atacar a España es rentable: con los mínimos medios de presión se saca del Gobierno Zapatero cualquier negociación.
No acabábamos de recuperarnos del secuestro del Alakrana cuando llega la desaparición en Mauritania de tres cooperantes de la ONG Barcelona-Acció Solidària. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba atribuye el secuestro a Al Qaeda, que es como no decir nada. Siguiendo el ejemplo de los piratas, los yihadistas esperan sacar partido de la debilidad española.