Los sindicatos censuran que el SMI no alcance el 60% del salario medio como recomienda la Carta Social Europea

La respuesta de Solbes a la propuesta de Caldera de elevar el salario mínimo interprofesional (SMI) a 800 euros en el 2012 no se ha hecho esperar. A la salida del Ecofin en Luxemburgo, el vicepresidente económico ha señalado que "hay que ver los números, las implicaciones y los márgenes de maniobra disponibles". Vamos, que esperar y ver.

Los sindicatos han aprovechado la propuesta de Caldera para pedir 816,5 en el 2012 y 1111,1 en el 2016, lo que significa elevar el ritmo del crecimiento del SMI del 6 al 8%. "No es posible que estemos en la liga de campeones como afirma el presidente y que incumplamos la Carta Social Europea", señala el secretario de Acción Sindical de UGT, Antonio Ferrer. Y tiene razón, porque la citada carta recomienda que el SMI represente al menos el 60% del salario medio.

Solbes señala que el Gobierno trabaja por cumplir la carta. Pero sin ‘stress'. Porque el vicepresidente teme que la subida del SMI suponga de facto una subida en cadena del resto de salarios que están cuasi-indexados al SMI provocando espiral inflacionista y pérdida de competitividad. Un temor comprensible desde el punto de vista intelectual. Sin embargo, la experiencia de las últimas subidas no han provocado el Apocalipsis que algunos pronosticaban. Y los sindicatos tienen razón: No podemos estar en la Champions con sueldos de miseria: más de la mitad de la población activa es mileurista, denuncian los subinspectores de Hacienda.   Sin embargo, sindicatos y Gobierno deben de entender que sólo es posible elevar los salarios si mejora la productividad. En Hong Kong cobran el triple que en España porque tienen el triple de productividad. Y sin irnos tan lejos: la diferencia salarial entre Madrid y Extremadura, por ejemplo, se explica en el diferencial de productividad. Y mientras esta asignatura no se supere, todo lo demás no son sino brindis al sol.