Pero un día después de ser coronado -bueno eso- Obama empezó a despotricar contra la red de redes con un planteamiento enormemente original: sensacionalismo, amarillismo, ausencia de rigor, etc. Ya he escrito hasta demasiadas veces que en la sociedad de la información, de la saturación informativa, el rigor y la verdad suelen estar muy alejados, cuando no son antónimos. De hecho, el poderoso siempre alega que la denuncia es falsa porque el denunciado no robó 5.213, sino 5,214, que es muy distinto.
En plata: que si se trata de llegar al poder hay que cortejar al medio más influyente, Internet, y pero cuando se trata de ejercerlo hay que cortejar a los poderosos: los grandes multimedia, justo los que han fracasado en la red.
Por eso, Obama se ha dejado mostrar con un paquete de periódicos bajo el brazo y ha repetido, desde que habita en la Casa Blanca, que lo suyo es la prensa papel, la prensa seria, rigurosa.
Lo veo muy lógico. Ya no necesita el poder, está sentado sobre él. Y el poder se mide por la capacidad de dominar, de hacer daño a la mayoría. Cuanto más dolor seas capaz de infligir a más gente, más poderoso eres. Por contra, la influencia respeta la libertad de todos, porque la influencia no impone, propone, y cada cual es libre de adherirse a ella. Internet es influencia, como las elecciones, donde se vota uno por uno, el pobre y el rico, el listo y el tonto, el guapo y el feo, el potentado y el menesteroso. En Internet no hay multimedia, sino bloggers.
Esto quiere decir que el amigo Obama, para mantenerse en el poder el mayor tiempo posible, ya no necesita de Internet, con más querencia a la crítica que a la loa; necesita al oligopolio de megaeditores que mantienen a los megamultimedia, cada vez menos, cada vez más grandes, cada vez más políticamente correctos. Se puede pactar con seis multinacionales, pero no con 600 millones de internautas que escriben en la red lo que les viene en gana. Y el problema no es el periodismo electrónico, sino el periodismo ciudadanos, tan escaso de rigor, tan libre.
De todo ello da cuenta el último número de Periodistas, la revisa de la Federación de Asociaciones de la Prensa, y en especial el artículo de su director Eduardo San Martín, titulado La culpa no es de Internet. Cita una frase de Obama que supone la conclusión lógica del precitado proceso de acercarse al oligopolio informativo y denostar a la WWW. Ojo al dato. Asegura Obama que con los iPods, las iPads y los Xboxes (a ver si conseguimos que el lenguaje electrónico deje de ser tan hortera) la información se ha convertido en una distracción, en una diversión, en una forma de entretenimiento, antes que un instrumento de formación.
O sea, que el pecado de Internet ya no es la falta de rigor sino que trata la información como si fuera una diversión. A mí -que no salga de la provincia- me parece estupendo que la información resulte amena, convencido como estoy del chestertoniano principio de que lo divertido no es lo contrario de lo serio sino de lo aburrido, pero para el poder, para Barack, un tipo muy riguroso, lo divertido no puede ser serio, y la información tiene que ser formativa. De ahí al pensamiento único no hay un paso... porque es el propio pensamiento único llevado al periodismo. ¿Informar es formar según qué principios? Lo del Nuevo Orden Mundial, partidario de mimar a todas las especies animales y masacrar a la humanidad.
No se engañen, el poder manipula la información en los medios escritos. El único periodismo libre que queda es el de Internet, y como ocurre con todo lo que es libre, en Internet radica lo mejor y lo peor. Por eso el poder odia a Internet. Si yo fuera Obama, también lo odiaría.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com