El Gobierno de Jerusalén está cada vez más harto del tancredismo norteamericano frente a la amenaza iraní. Las sanciones económicas que propone Washington resultan patéticas, pues los ayatolás cuentan con el apoyo ruso (gas) y venezolano (petróleo). Israel tiene un plan ofensivo y otro defensivo frente a los misiles nucleares islámicos

Los judíos norteamericanos apoyaron y votaron mayoritariamente al candidato demócrata Barack Obama. No nos engañemos no es que todos los hebreos le retiran ahora su apoyo porque hay una verdad apenas desvelada que comienza a hacer mucho daño al pueblo elegido: los judíos son cada vez menos -han pasado de 15 a 13,5 millones de todo el mundo- y el declive demográfico acompaña a un declive del patriotismo que les mantuvo unidos durante 2.000 años de diáspora hasta convertirlos en un pueblo inigualable. La modernidad es un virus que también se ha inoculado en los hebreos e incluso algunos de ellos han pasado de guardianes del Templo a líderes del Nuevo Orden Mundial.

En cualquier caso, no es ningún secreto que el presidente Obama ha dado un giro copernicano -que no galileico- a la política exterior sobre Israel. Si Hillary Clinton habitara la Casa Blanca podríamos creer aquello de que si Irán ataca Israel borraré a Irán del mapa.

Llegados al momento presente, el Gobierno Netanyahu y los judíos más responsables comienzan a convertir en certeza su sospecha. Obama nunca atacará Teherán y los ayatolás lo saben. Por vez primera desde la fundación del Estado de Israel, los judíos están solos, quizás frente al peligro más importante al que se han enfrentado nunca, del peligro nuclear iraní.

Mahmud Ahmadineyad está envalentonado y lo más peligroso que ha ocurrido las últimas fechas no ha sido el enriquecimiento de uranio sino las pruebas con los cohetes. Cohetes que, como la investigación nuclear iraní, han sido adquiridos a Corea del Norte. Para lanzar un misil nuclear se necesitan dos cosas: la bomba y el transporte. Irán ya tiene el transporte y está a un paso de obtener la bomba mientras Obama se cruza de brazos.

Digámoslo pronto: el Gobierno de Jerusalén prepara un posible ataque contra las instalaciones nucleares iraníes y un segundo plan, de defensa, ante la sordera que parece aquejar a Obama, que sigue perdido en las famosas sanciones económicas, algo que puede dar mucha risa al segundo productor de gas del Mundo (detrás de Rusia, que le apoya) y al quinto productor de petróleo, donde también cuenta con el apoyo del cuarto, Venezuela, de Chávez.

Y esto nos lleva a lo más peligroso, claro está: una conflagración nuclear entre Irán e Israel podría llevar a una conflagración mundial, mientras Obama toca la lira.

Por cierto, los cohetes de origen coreano que ya ha ensayado Teherán pueden alcanzar toda Europa y, en su versión más peligrosa, incluso la costa este norteamericana, cruzando el mediterráneo y el Atlántico.

Este es el principal problema para la paz en el mundo (expresión escrita en honor de Zapatero, naturalmente). Los demás problemas palidecen ante éste.

Por cierto, ¿qué harían las potencias nucleares emergentes como China o Pakistán ante la destrucción de Europa, cabeza del odiado Occidente? Como mucho, llorar lágrimas de cocodrilo.

Mientras, desde Washington, Obama toca la lira y en Europa practicamos la política del avestruz ante el peligro. Al parecer Occidente manifiesta una peligrosa tendencia al suicidio

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com