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De Obispo "Suspendido a Divinis", a Presidente Federico Müggenburg viernes, 27 de junio de 2008.

Una de las más evidentes muestras de "relativismo" ha ocurrido en forma contundente y evidente con el proceso lamentable de un "obispo apóstata", quien conscientemente abandonó su carácter de "hombre consagrado para el ministerio de preservar la unidad", para participar en la lucha política partidista electoral, que es la propia de los laicos. La historia se inició cuando Mons. Fernando Armindo Lugo Méndez, S.D.V. (Sociedad del Verbo Divino -verbita-), obispo emérito de San Pedro, Paraguay, renunció por petición expresa del Papa Juan Pablo II en 2004.

Nació en San Pedro del Paraná el 30 de mayo de 1949, se ordenó sacerdote el 15 de agosto de 1977, fue elevado a la dignidad episcopal el 5 de marzo de 1994, y consagrado el 17 de abril del mismo año. Mons. Lugo anunció en septiembre de 2006, su intención de participar en la actividad política de su país, reservándose el derecho de anunciar su candidatura a la presidencia, de manera oficial, el día de Navidad del mismo año.

Por su parte, la Conferencia Episcopal de Paraguay emitió un comunicado explicando claramente que "no aprueba la actividad política de Mons. Fernando Lugo". Él, por su lado, declaró desde Ciudad Encarnación que "hacía cinco días había presentado a la Nunciatura, en Asunción, su 'renuncia al ministerio sacerdotal', y ahora el Papa puede resolver aceptar mi determinación o me puede sancionar, pero ya estoy en la política".

Señaló, además: "no pertenezco a la derecha ni a la izquierda y las personas que quieran sumarse a mi proyecto, no me importa de dónde provengan y qué ideologías tengan, ni a que partido pertenezcan". Desde agosto había iniciado la promoción de una "Concertación Nacional" de cinco partidos con representación parlamentaria. La Santa Sede, a través del Cardenal Giovanni Batista Re, Prefecto de la Congregación de los Obispos, le solicitó enérgicamente, el 29 de diciembre: "Respetar su compromiso sacerdotal y episcopal y abstenerse de ingresar a la refriega política en su país.

Usted sabe bien que el canon 285, inciso 3 del Código de Derecho Canónico, prohíbe a los clérigos asumir oficios públicos y el 287, inciso 2 veda el participar activamente en partidos políticos o en la dirección de asociaciones sindicales. El Obispo, en efecto, debe ser siempre fiel a su vocación y misión, conservando su identidad espiritual, eclesial y pastoral, también debe ser instrumento de unidad y concordia y no puede sustituir a los laicos en la misión propia de éstos.

Le hago ésta pública admonición canónica, de no aceptar la candidatura a Presidente de la República del Paraguay. En el nombre de Jesucristo le exhorto a reflexionar seriamente sobre su comportamiento". Ante el empecinamiento del Obispo, el 1 de febrero de 2007, la Nunciatura Apostólica en Asunción no tuvo más remedio que difundir el decreto de "suspensión a divinis" a Mons. Fernando Lugo, que expresa: "la candidatura de un obispo sería motivo de confusión y división entre los fieles, una ofensa al laicado y una 'clericalización' de la misión especifica de los laicos y de la misma vida política". Además, "el episcopado es un servicio aceptado libremente para siempre.

La Santa Sede no ve la existencia de una justa y razonable causa, exigida en el canon 90, para conceder la dispensa que Usted solicita... Permanece en el estado clerical y continúa estando obligado a los deberes a él inherentes, aunque suspendido en el ministerio sagrado". De sobra es conocida su ruptura formal con Roma y con sus hermanos en el episcopado. Compitió políticamente y ganó la elección. Con ello, dio muestra evidente de cómo, para él, da lo mismo ser obispo que dejar de serlo; ser presidente, aún siendo obispo, o lo contrario. Ser motivo de escándalo, división y discordias, que ser ministro de unidad y concordia. Esta es evidencia del "relativismo" absoluto, de la traición iscariota a su identidad sacramental, para recibir los aplausos de impulsores y manipuladores.

Para mayo de 2008, durante un viaje a Lima, Perú, reveló que "la actual participación política se remonta a su formación en la vertiente marxista de la 'teología de la liberación', que recibió en la década de los 70 y los 80, bajo el liderazgo del peruano Gustavo Gutiérrez Merino O.P.", autor de "Teología de la Liberación" y "Fuerza histórica de los Pobres", rechazados por la Congregación de la Doctrina de la Fe. Mons. Rogelio Livieres Plano, Obispo de Alto Paraná, del Paraguay, declaró en enero de 2008: "Lo de Lugo es como un puñal clavado en el cuerpo de la Iglesia". De la Santa Sede aún se esperan medidas insólitas. Lugo ha tenido la desfachatez y el cinismo de decir: "si mi actitud y mi desobediencia a las leyes canónicas causaron dolor, pido sinceramente perdón a los integrantes de la Iglesia". (sic)

Este mes inició una gira de contactos e identidad con Evo Morales, en Bolivia; con Rafael Correa, en Ecuador, quien le otorgó un Doctorado "Honoris Causa" de la Universidad Estatal de Guaranda, en donde vivió ejerciendo el sacerdocio entre 1978 y 1981. Allí Correa le dijo: "Nos felicitamos de que Paraguay entre en esta nueva etapa en América Latina y que el denominado 'socialismo del siglo XXI', que pregonan varios gobernantes de la región, pueda convertirse en un proceso irreversible". Luego llegó a Caracas, en donde Hugo Chávez lo agasajó y lo llamó "Cura de los pobres, obispo de los pobres y ahora presidente de los pobres", acompañándolo a una "misa revolucionaria" en la localidad de Caricuao, en la que el presidente Lugo sentenció: "La revolución Bolivariana, como el Evangelio que predicó Jesús, ya comenzó, pero todavía no ha llegado a su plenitud". Sólo falta ver a continuación las visitas a Ortega, en Managua, y a los Castro, en La Habana, para cerrar el "ciclo de identidades", antes de su toma de posesión, el 15 de agosto.

Marcela Tamayo

marce_tam@yahoo.com