El secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, comparecía en la mañana de este lunes en los cursos de verano de la UIMP. Acudía en sustitución de su jefa, Elena Salgado, que no quiso dar la cara dos días antes de aprobar la reforma laboral. Así que fue a Ocaña a quien le tocó bailar con la más fea. ¿El objetivo de la reforma laboral? Mejorar la flexibilidad y mayor control de los costes laborales. Habida cuenta de que no habrá recorte en las cotizaciones sociales, cabe inferir que se trata de recortar salarios. La tesis del jefe de estudios de la patronal CEOE, José Luis Feito. En el fondo se trata de devaluar sin devaluar, que es lo que viene a explicar Ocaña.
Más detalles: revisar las bonificaciones, mejorar la intermediación y flexibilizar la negociación colectiva para facilitar que las empresas puedan descolgarse y adaptarse a las situaciones concretas. Esta es la clave de bóveda porque supone el fin del omnipoder sindical. Y parece que van a ello. ¿Cómo? No hay detalles, porque aunque parezca increíble, todavía se están negociando, reconoce Ocaña. Ver para creer.
Lo que sí aclara Ocaña es que no habrá un abaratamiento del coste del despido vía FOGASA. Otra cosa es que estemos hablando de construir el modelo austríaco. Asunto aclarado.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com